Sueños de libertad

Mientras mantengamos la fe y la esperanza a flor de piel y pensemos que sí es posible cambiar la crítica situación de un país, de una región o del mundo, los sueños de libertad seguirán latentes, vivos y expectantes.
Hemos tenido, en los últimos veinte y más años, oportunidad de vivenciar, reflexionar y experimentar en carne propia, lo que significa equivocarse: En la elección de mandatarios (locales y nacionales) y, en la adopción y acompañamiento de políticas y hasta modismos que, nos han sido camuflados y sigilosamente impuestos; de suerte que esa circunstancia nos presiona -a buena parte de personas conviviendo sobre el planeta- a decidir aquí y ahora en función de país, de región, de orbe; y de todos sus habitantes.
Dependiendo de la orilla desde la cual se pretenda abordar la corriente para cruzar el río: la mirada, el cálculo y la conveniencia personal, sin duda pesarán y mucho en la decisión final, porque sabemos que las opciones se nos están acabando y la encrucijada no admite error.
Esta es una instancia que bien “o nos catapulta o nos somete” y no sabemos el tiempo que nos tome después reconciliarnos con el destino. Para muchos, ese tiempo se agotará muy pronto. Será más efímero y ligero. Para otros, probablemente pueda ser un poco más largo y generoso, pero efímero por igual.
¡Cuántas veces hemos mirado con estupor y hasta hemos privilegiado la imponencia y mesura del perro bravo frente a la impertinencia del charlatán!
¿Cuántas ocasiones el desplante desubicado de este último obligó a aquel a intervenir y solucionar el impasse?
Este símil baste por el momento, para introducir en el tema la idea cercana de una Europa de 300 millones de habitantes, timoratamente despertando frente a las circunstancias actuales, anticipando su recelo por quedar desprotegida del apoyo y tutela de 500 millones de pobladores USA y potencialmente expuestos a los 140 millones de Rusia. Esto, momentáneamente, dejando por fuera del escenario a China.
Guerras con tanques balas y misiles -versus- guerra contra el reloj; hacen de las predicciones y lo imprevisible ante la multipolaridad, el espacio de intercambio y definición de hoy, de cara al impacto que se producirá mañana y más tarde.
Y es que queda en claro que Europa no confía en lo que se supone se trata de un movimiento de poder global. Y me pregunto ¿si nosotros confiamos en ese movimiento?
¡Pensaría que no! Las últimas manifestaciones y transgresiones a la familia, su estructura, composición y proyección nos han llevado a cuestionar desviaciones y pretensiones siglo veintiún mundista.
No perdamos de vista el horizonte. Seamos los actores de un destino feliz y próspero. ¡No a las viejas prácticas de apropiación y escape! (O)