Otra plaga más

Columnistas, Opinión

De mis 38 años de ser parte del servicio sanitario en nuestro país puedo decir que he visto corrupción en todos los niveles del servicio de salud especialmente en el área pública, nunca, pero nunca, como desde hace más de una década. Con las “neuronas espejo” que facilitan la imitación y el aprendizaje esa herencia sigue vigente con la misma fuerza con algunas autoridades actuales. 

Todo se inicia desde el invento de ubicar en los puestos administrativos de dirigencia y de libre remoción a personas de otras profesiones que no tiene la más mínima idea de cómo funciona y cómo se estructuran las áreas del servicio de salud y que más bien auspician y fomentan con autoritarismos las irregularidades. Considero imprescindible revelar una plaga más del siglo XXI que frecuente y solapadamente acontece en instituciones del estado donde las jefaturas son ocupadas por personas “recién llegadas”, nombradas a dedo o por muñequeos político-administrativos.

Con conductas abusivas y premeditadas sobre las autoridades intermedias inferiores que, dicho sea de paso, son profesionales de la salud con amplia y capacitada experiencia, atentan su integridad psicológica ejerciendo sobre ellos un verdadero psicoterror laboral sistemático, gota a gota, como una sofisticada tortura programada queriendo destruir a todo aquel que quiera oponerse a sus irregularidades. 

Nuestras instituciones, a veces, constituyen un campo de batalla en el que una persona puede dañar a otra sin ningún riesgo socavando su tranquilidad, buscando mecanismos de humillación, contaminando el derecho de las personas a trabajar en paz y con equilibrio emocional

Es decepcionante ver la falta de rectitud y de conciencia de estas “aves de paso” que, sin una pizca de humanismo y sin empatía, van destruyendo la tranquilidad y el equilibrio emocional de sus subordinados pertenecientes a una institución y que estarán hasta su jubilación precisamente para evitar arbitrariedades. peor aun cuando se trata de servicios de salud, donde debe prevalecer la vocación de servicio, el principio ético de beneficencia, la solidaridad humanitaria, la máxima sensibilidad moral, el compromiso con los pacientes como característica esencial de preservar el daño y no propiciarlo por un caprichoso egoísmo o quemeimportismo.

Con enorme irresponsabilidad y con una crisis moral grave ante el país se sigue imponiendo las garras de la politiquería sobre el asunto técnico de las instituciones mucho más deleznable al tratarse de la salud humana. Me pregunto: ¿Hasta cuándo seguirán así nuestras instituciones? ¿Habrá cantidades cada vez mayores de corrupción? ¿Hasta cuándo la gente en el gobierno venderá la influencia del gobierno exclusivamente para beneficio personal o grupal? Desde siempre la corrupción de los gobiernos ha sido el factor más importante que ha impedido que las naciones progresen. (O)

Deja una respuesta