El antipatria

En tiempos de nuestra naciente república, cuando bullía la anhelada libertad en relatos e historias, solía llamarse patriotas a aquellos que aman sin par a la tierra y que buscan el bienestar, librándola de sus opresores. La batalla por la libertad termina y se inicia la guerra por el poder. Las ambiciones personales y de grupos dividen a los “patriotas” y el fragor de la lucha es contra sus detractores. Los que alcanzan el poder tildan a sus contrarios como antipatrias porque no comparten sus ideales. Es más, a los que criticaban o se oponían a las políticas del régimen, se les declaraba traidores y con destino a la pena capital. Para esos tiempos, el término patriota se concebía como sublime, amar a la patria y que fuera ajustado al símil de una madre, es aquello que resulta imposible de romper y que elevó el término al patriotismo.
Actualmente, esta expresión vive en boca de los gobernantes, sea del lado político donde se ubican. En tiempos electorales, los candidatos y sus seguidores, con frecuencia usan términos acuñados por sus líderes para lesionar la identidad de sus opositores. Imputar epítetos es muy fácil, deshacerlos de su concepto es imposible, de ahí que, decirlo desde la otra orilla, muy suelto de huesos es tan tradicional como el mote pillo. Sin embargo, esta definición, aunque concisa, resulta insuficiente para comprender la complejidad y las diversas interpretaciones que este término ha adquirido en situaciones políticas. Profundizar en su significado requiere analizar su origen, sus usos en diferentes contextos y las implicaciones que conlleva.
En la emoción del discurso, se tilda de “antipatrias” a los que emiten crítica radical al gobierno, interpretada como contraria a quienes ostentan el poder. Etiquetar a las personas o colectivos sociales como antipatrias, apunta más a desvalorizar la crítica o silenciar la oposición porque solo ellos se creen ungidos de patriotismo. Bien lo dijo Samuel Johnson: El patriotismo es el último refugio de los canallas. La palabra antipatria, es un término cargado de significado y connotaciones negativas que, va más allá de la simple oposición al concepto de patria y abarca una amplia gama de acciones y actitudes, percibidas como contrarias al interés nacional. Comprender su complejidad en el contexto histórico, las motivaciones de quienes lo utilizan y las implicaciones que conlleva para la libertad de expresión y el debate democrático, sería lo adecuado.
Aquí cabe decir, que la patria jamás se va de la persona, su identidad con el suelo nativo es infinita. Nadie va contra natura. Más allá de la concepción; son los actos, las acciones, el procedimiento cabal y consciente lo que define el ser patriota. Han pasado muchos años y la concepción de patriota ha menguado hasta en la educación, en acciones sociales, laborales, políticas con lo cual se observa que de patriota o sentimiento patriótico adolecemos todos los ciudadanos, incluso se llega a la mofa cuando suele decirse “los patriotas ya murieron en Pichincha”, justificando el desacato a la ley y la norma. (O)