Elecciones: esperanza o desconfianza 

Columnistas, Opinión

A pocas horas de que los ciudadanos acudan a las urnas, el país entero se encuentra sumido en una mezcla de expectativas y escepticismo. Las campañas han terminado, los discursos se han agotado, y ahora solo queda una decisión: elegir quién dirigirá el destino de nuestro país. 

En ciudades como Ambato, el escenario político deja mucho que reflexionar. Está mañana, sus calles amanecieron cubiertas por propaganda electoral de la candidata Luisa, un gesto que resulta irónico si recordamos el frío recibimiento que tuvo durante su anterior visita. ¿Oportunismo político o simple estrategia de última hora?

Este tipo de inconsistencias no hace más que reforzar la desconfianza generalizada que se percibe hacia quienes buscan gobernar. La sensación de que, sin importar el resultado, todo seguirá igual, se ha enraizado con fuerza.

Sin embargo, en medio de esta desilusión, hay un faro de luz: los jóvenes. Aunque no todos los sectores políticos han logrado conectar con ellos, cada vez son más los jóvenes que se informan, debaten y cuestionan. Esta tendencia es esperanzadora, pues demuestra que las nuevas generaciones están dispuestas a asumir un rol activo en la construcción del país.

Pero con esperanza viene también la responsabilidad. Porque el futuro de este país, anclado por décadas en prácticas políticas obsoletas y liderazgos sin compromiso, requiere más que emoción momentánea. Necesita conciencia crítica. Necesita decisiones informadas. Necesita un electorado que no se conforme con promesas de campaña, sino que exija preparación, honestidad y coherencia en quienes desean representarnos.

Actualmente es inevitable preguntarnos: ¿Realmente no merecemos algo mejor como sociedad?. ¿No estamos cansados de elegir entre el menos malo?. El liderazgo no se improvisa. Un verdadero representante no aparece solo en tiempos electorales; se forma, se compromete y sirve siempre, aún cuando las cámaras no están.

Este domingo no elegimos solo a un presidente. Elegimos qué tipo de país queremos construir. Está en juego nuestra democracia, libertad de expresión y nuestra calidad de vida, y como ciudadanos, no podemos delegar esa responsabilidad con ligereza.

La política, si se la toma con la seriedad que merece, puede ser una poderosa herramienta de transformación. Pero para que lo sea, necesitamos líderes con valores, con trayectoria, con vocación real de servicio. Ademas, necesitamos ciudadanos valientes y exigentes.

Desde Tungurahua, una provincia forjada por gente luchadora, hacemos un llamado a elegir con conciencia. A no dejarnos vencer por el cansancio ni por la indiferencia. Porque el cambio que tanto anhelamos empieza en nosotros, en nuestra capacidad de exigir más. (O)

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