ACTO DE BARBARIE
Aún recuerdo aquel 9 de junio de 2013, cuando el genio de la poesía, figura que simboliza la inspiración de la rica obra literaria de Juan Montalvo y que está ubicada debajo suyo, en el parque Montalvo, amaneció con el pie izquierdo y algunos dedos del derecho mutilados, acto provocado por algún miserable y desadaptado, que produjo la indignación, rechazo y repudio de la sociedad ambateña y del mundo.
Quien o quienes lo hicieron, nunca se logró descubrir, seguro no fueron de Ambato, pero considero que la vida de este o estos sujetos, luego de cometer este hecho vandálico, no debe haber sido color de rosas, sino que, con estos instintos propios de un hombre con el pensamiento de la época de cavernas, debe haberse marcado por el camino del mal, que estoy seguro le llevó a cometer otros actos impropios del ser humano, que conllevaron a delitos, con sus respectivas sanciones.
Muchos dirán que exagero, que sólo es algo material, pero no es así, este monumento, que es un bien público, nos identifica a los ambateños, con la cultura, con el respeto, con la buena educación, con un personaje que es considerado como el máximo exponente y referente ensayista y novelista del país, la personalidad más singular de la historia literaria ecuatoriana, es decir nos hirieron en nuestro amor propio.
Este hecho de barbarie marcó un antes y un después en Ambato, lamentablemente fue el inicio del irrespeto, de la incultura, que ha llevado a la ciudad a ser pisoteada, por gente de afuera especialmente, sin escrúpulos, que abusan de la fragilidad de las autoridades de turno, destruyendo sus bienes públicos, con la informalidad, con monumentos grafiteados, calles, y avenidas convertidas en cantinas, parques que son el comedero y depósito de excrementos de aves, que afectan no sólo al embellecimiento de la ciudad, sino al ambiente.
Es hora de aplicar la rebeldía que nos dejaron los tres Juanes, para rescatar a Ambato de las garras de quienes quieren crear el desorden, el caos y el pánico, desde luego, siempre imponiendo la razón y no la fuerza.