Adopción: Sanando Vínculos Rotos
La adopción en Ecuador implica un enfoque integral que va más allá de los aspectos legales, priorizando el bienestar emocional del menor, no obstante, la Ley reformatoria al Código de la Niñez y Adolescencia establece el marco para regular la adopción, su implementación efectiva requiere considerar cómo las experiencias previas del niño influyen en su desarrollo psicológico y su capacidad para adaptarse a un nuevo entorno familiar.
La mayoría de los niños que son adoptados han pasado por situaciones difíciles, como abandono o maltrato, lo que puede dejar secuelas emocionales significativas; estos antecedentes a menudo generan trastornos del apego, ansiedad o dificultades para confiar en los adultos, es así que la ley, al exigir evaluaciones para determinar la adaptabilidad del menor, proporciona un marco para que la intervención psicológica garantice que el niño esté preparado emocionalmente para un nuevo hogar; sin embargo, el objetivo no es solo cumplir con un requisito legal, sino asegurar que el niño pueda encontrar en la adopción una verdadera oportunidad para sanar y crecer en un entorno seguro.
El rol del psicólogo clínico en este proceso es crucial, ya que permite identificar y abordar posibles problemas emocionales, ayudando a los niños a desarrollar un apego seguro con sus padres adoptivos, la intervención puede incluir terapias centradas en la regulación emocional y la construcción de vínculos afectivos saludables; de esta forma, se fomenta la resiliencia y se trabaja para que el menor no solo se adapte, sino que también pueda superar traumas y construir una nueva identidad que integre su historia pasada.
Para los adoptantes, la preparación psicológica es un aspecto que no puede ser subestimado, por tanto la ley establece la importancia de que los padres adoptivos cuenten con estabilidad emocional, pero es la intervención clínica la que brinda las herramientas necesarias para afrontar las complejidades del proceso; la orientación y el acompañamiento continuo permiten que los padres comprendan las posibles respuestas emocionales del niño, favoreciendo una relación que vaya más allá del cumplimiento legal y se centre en el vínculo afectivo.
La psicología clínica también se ocupa de la construcción de la identidad del menor adoptado, especialmente en etapas cruciales como la adolescencia; la adopción implica un proceso de integración de la historia personal con la nueva realidad familiar, y aquí, el papel del psicólogo es ayudar al niño a explorar y reconciliar sus emociones, promoviendo un desarrollo saludable.
En resumen, aunque la ley proporciona un marco legal, es la intervención psicológica la que realmente permite que la adopción sea un proceso transformador y reparador para el menor.