Al partenón los originales / Luis Fernando Torres
Los griegos quieren, después de dos siglos, que el Museo Británico devuelva al Partenón las esculturas originales talladas en mármol blanco, que el diplomático y arqueólogo inglés, Elgin, adquirió a los otomanos, en 1806, durante una visita a la Acrópolis ateniense, antes de venderlas al Museo londinense. Los ingleses están dispuestos a atender el pedido del gobierno de Grecia, una vez que han logrado construir réplicas, prácticamente idénticas, entre ellas, de la cabeza del “Caballo de Selene”, elaborada por el año 432 antes de la era cristiana.
La historia de Grecia y del Partenón, esa monumental edificación construida por Pericles en la Acrópolis, es dolorosa tanto por la ocupaciones otomanas y árabes de Atenas y otras ciudades griegas, sometidas a saqueos y violencia, como por el descuido del Partenón, que, en algún momento, se convirtió en depósito de pólvora.
Si Bruce Elgin no compraba las esculturas del Partenón y las entregaba al Museo Británico, ¿hubieran conservado la condición en la que se encuentran o se hubieran deteriorado e, inclusive, desaparecido, al igual que otros restos arqueológicos?. Es muy difícil que se conserven en condiciones óptimas bienes arqueológicos de la Antigüedad en pueblos sometidos a guerras y ocupaciones.
Grecia, en todo caso, ha logrado superar las dificultades del pasado y, por ello, el Partenón ahora recibe la debida atención que merece una obra catalogada como patrimonio de la humanidad. Los originales no hay duda que estarán bien cuidados y protegidos en su lugar de origen. Ojalá pronto estén de vuelta a Grecia, sin que el Museo Británico se quede vacío de escultoras y frisos del Partenón, pues, las copias serán tan perfectas como los originales y podrán ser vistas de cerca, como se debe mirar y apreciar esas esculturas para aproximarse a ese mundo idílico de la Antigüedad griega.
Los ecuatorianos podemos ufanarnos que nuestras esculturas emblemáticas, como las Venus de Valdivia, más antiguas que las del Partenón griego, se exhiben en museos nacionales. Encierran una historia que se remonta más allá de los dos siglos antes de Cristo. Siempre han estado con nosotros y, por ello, no hemos vivido el drama de los griegos con las esculturas del Partenón.