Ama Quilla, Ama Llulla, Ama Shua / Fabricio Dávila Espinoza

Columnistas, Opinión

A propósito de las declaraciones de la asambleísta del partido Pachakutik, Rosa Cerda, dentro de un mitin político en la provincia de Napo: “si van a robar, roben bien”, vale la pena realizar algunas puntualizaciones.

La Constitución determina que el Ecuador es un Estado pluricultural y multiétnico. Bajo esta condición, se reconoce las lenguas de los pueblos ancestrales y se incorpora, en el artículo 97, uno de los principios básicos que conduce el día a día de las comunidades indígenas: ama quilla, ama llulla y ama shua, traducido al español: no ser ocioso, no mentir y no robar.

Aunque parezca absurdo, este principio, no debería constar en el texto constitucional, todo lo contrario, tendría que ser una norma de uso cotidiano, tanto en la vida privada como en el ámbito público. Este imperativo moral debería estar grabado en la conciencia de los ciudadanos y mucho más ahora, cuando cada minuto surgen nuevas denuncias de actos de corrupción.

Las instituciones del Estado están orientadas al servicio común y los dignatarios, autoridades, funcionarios y servidores públicos a desempeñar su trabajo dentro del marco legal establecido, sin quedar exentos bajo ninguna circunstancia de responsabilidades por sus actos u omisiones. La administración pública no tiene que mancharse con la tinta de la corrupción. Esto, es algo de sentido común.

Aun así, las personas que ejercen actividades públicas, de elección popular o por nombramiento político, están obligadas a actuar no solamente con apego a la ley, sino también guiadas por valores y preceptos morales y éticos: respeto, responsabilidad, honestidad, solidaridad, verdad, honradez, transparencia, etc. De esta forma se construye una conducta que garantiza transparencia en servicio a la colectividad.

La recomendación de la asambleísta Cerda, con micrófono en mano, en medio de la mesa directiva de un acto público, es inaceptable. Como inaudito resulta ver que el resto de directivos escuche sin fruncir el ceño y que la multitud lance una ovación.

Ahora, la autora de esta vergüenza, no sólo se niega a reconocer su error y pedir disculpas, todo lo contrario, victimizándose culpa a los medios de comunicación por descontextualizar sus palabras. Mientras tanto, algunos asambleístas recién empiezan a levantar su voz de protesta tímidamente. En un país con cultura democrática, un congresista que diga algo parecido, sería removido inmediatamente y hasta podría ser investigado por la justicia ordinaria. Pero, estamos en el Ecuador, donde el robo se llama viveza criolla y los corruptos caminan libres o escapan a vista de todos para disfrutar de lo robado. Así avanza el país del encuentro. (O)

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