Amaranto, grano milenario que une culturas
En los fértiles suelos de Ecuador, un cultivo ancestral está resurgiendo con fuerza: el amaranto. Este grano, conocido por sus excepcionales propiedades nutricionales y su profundo arraigo cultural, está siendo redescubierto y revalorizado por comunidades indígenas y agricultores locales.
El amaranto, cuyo nombre científico es Amaranthus, no solo representa una fuente de alimentación saludable, sino también un vínculo tangible con las tradiciones y la historia de las civilizaciones precolombinas.
El amaranto ha sido cultivado por milenios en América Latina, especialmente por civilizaciones como los aztecas y los incas, quienes lo consideraban un alimento sagrado. En Ecuador, las comunidades indígenas han mantenido viva esta tradición, utilizando el grano en diversas ceremonias y rituales. Según la cosmovisión andina, el amaranto simboliza la abundancia y la conexión con la tierra.
«El amaranto es más que un alimento; es parte de nuestra identidad», afirma Carlos Paredes, líder comunitario de La Florida. «Nuestros ancestros lo cultivaban y consumían, y nosotros estamos comprometidos a mantener viva esta tradición».
El amaranto es conocido como un «superalimento» debido a su alto contenido de proteínas, minerales y vitaminas. Contiene aminoácidos esenciales, fibra y antioxidantes, lo que lo convierte en una opción ideal para combatir la desnutrición y promover una dieta equilibrada. Además, es libre de gluten, lo que lo hace apto para personas con intolerancias alimentarias. (I)