Año para reaccionar y accionar

Columnistas

xkm6587Sería fácil empezar diciendo frases tales como: «este será el año de la restitución y la
consagración” y seguramente yo podría tocar la parte emocional de cada uno de ustedes.
Podría hacer declaratorias tras declaratorias y provocar que usted en este día se fuera
tremendamente emocionado para su casa, pero sería solamente eso, emoción; emoción
que se la llevará en algún momento el viento.
Muchas personas cuando termina un año se sientan alrededor de una cena e imaginan
que el cambio de año les traerá cosas mejores de las que tuvieron el año que se termina, e
inclusive declaramos que vamos a hacer un sin fin de cosas para Dios, para la familia y
para “todo el mundo”, de las cuales probablemente no cumplamos ni siquiera la octava
parte. Es necesario reaccionar y accionar. Su vida y la mía cambiarán porque decidamos
hacer que las cosas sean diferentes, y nos empecemos a comportar realmente como
personas lavadas con la preciosísima sangre del cordero, y permitamos que Dios
realmente moldee nuestras vidas.
Todos en esta vida necesitamos alguna vez la oportunidad para comenzar de nuevo, tal
vez porque sencillamente todo lo que hicimos tiempo atrás estaba mal. Un año nuevo
significa una nueva oportunidad para cambiar y se rige por buenas decisiones. Una
decisión mal tomada establece como será su estilo de vida e inclusive afectaría a los que
te rodean.
Dios le insiste en varias ocasiones a Josué que se esfuerce y que sea valiente. Muchas
veces creemos que hemos sido valientes y que nos hemos esforzado lo suficiente, pero
Dios te insiste esfuérzate y se valiente. Siempre falta más y más. Las pruebas siempre
estarán allí y solo con valentía saldremos adelante. ¿Cuántos anatemas tenemos
escondidos? ¿Cuántas malas decisiones hemos tomado? Nos hemos declarado en derrota,
en pobreza, enfermos, olvidados por Dios, y somos toda una tragedia. Estas declaratorias
son anatemas y maldiciones que traemos a nuestra vida. Mi falta de amor por los demás:
cuanto nos falta para aprender a amar a los demás igual como Jesús nos amó a nosotros
que dio hasta la última gota de sangre por todo el mundo.
Nada sucederá si no reaccionamos y accionamos. Es tiempo de empezar a tomar buenas
decisiones que beneficien a los nuestros y no malas decisiones que nos destruyan cada
día. Despojémonos de nuestros anatemas y permitamos que Dios nos forme cada día, así
como el alfarero forma sus vasijas. Nada sucederá si no accionamos. Es tiempo de
empezar a tomar buenas decisiones que beneficien a los demás.

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