Año viejo: sátira y renovación 

Interculturalidad

La quema del Año Viejo, una tradición profundamente arraigada en Ecuador, marca con humor y esperanza el cierre de un ciclo. Cada diciembre, familias, amigos y comunidades enteras se unen para construir y quemar monigotes, figuras hechas de papel con engrudo y pintura, ropa vieja y decoradas con caretas, que simbolizan todo lo malo del año que termina.

La antropóloga Tamara Landívar señala que este ritual “es la forma de cerrar ciclos; la manera que tiene el ser humano para empezar el nuevo año”. La tradición combina creatividad, picardía y un agudo sentido de la sátira, permitiendo a las personas criticar con humor a políticos, personajes públicos, familiares, deportistas, artistas y hasta figuras de la cultura pop.

El humor no solo está presente en los monigotes, sino también en las “locas viudas”, hombres disfrazados de mujeres que recorren calles y carreteras desde el mediodía del 31 de diciembre pidiendo dinero para quemar a su viejo. Con poses provocadoras y bailes seductores, añaden un toque de irreverencia a la celebración.

Minutos antes de la medianoche, el testamento del Año Viejo, cargado de sátira, es leído ante el público, arrancando risas y reflexiones. A las 00:00 horas, la quema del monigote reúne a las familias alrededor de las llamas, donde niños y jóvenes disfrutan saltando sobre el fuego, mientras los adultos realizan cábalas como comer 12 uvas o correr con una maleta para atraer viajes en el año venidero.

El turismo también se beneficia de esta festividad. Playas, la Amazonía, volcanes y reservas naturales reciben a viajeros que buscan despedir el año de manera especial. Este feriado, del 30 de diciembre al 1 de enero, promete ser una experiencia inolvidable para locales y visitantes.

Con cada Año Viejo consumido por las llamas, los ecuatorianos renuevan su fe en que el nuevo año traerá prosperidad, alegría y oportunidades. (I)

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