Apelación a la ignorancia
En las audiencias judiciales y, en general, en los debates de todo tipo, incluidos los parlamentarios, se incurre con frecuencia en la falacia de apelación a la ignorancia. Se suele decir algo como esto: como el sospechoso no descargó con pruebas las imputaciones que le hicieron otros, es culpable. Se olvida que la mayoría de sistemas constitucionales consagran la presunción de inocencia, por la que el acusador debe destruir esa presunción con pruebas. El acusado puede y, a veces, debe guardar silencio y, con ello, defenderse con solvencia.
La prostituta Daniels, que dice haber pasado una noche con Trump hace casi 20 años, declaró en el Juzgado de Nueva York, con el exPresidente mirándola atónico y con rabia, con lujo de detalles, la ropa interior que llevaba el magnate y como fue el encuentro consentido por ella. Con sus palabras elevó el morbo de la audiencia a los niveles esperados por los fiscales demócratas para avergonzar al candidato republicano, en plena campaña electoral. Sin embargo, tal relato sexual estuvo muy lejos del meollo del juicio, con lo cual los abogados de Trump anticipan que su cliente no sería declarado culpable por el jurado o, de ser así, la apelación sería fácil.
Lo que se discute es si Trump falsificó documentos contables de su empresa para pagar a la prostituta de élite, 130 mil dólares, hace casi 10 años, para que guardara silencio sobre ese encuentro furtivo en el cuarto de un hotel. Sin embargo, los fanáticos demócratas creyeron, con el testimonio de Daniels, que Trump debía ser declarado culpable. Los fiscales deben probar que hubo falsificación. Trump puede quedarse callado.
Algo semejante se ve en las audiencias judiciales ecuatorianas en las que, sin sentencia, son declarados culpables en la opinión pública varios sospechosos encarcelados y esposados, como si la prisión preventiva fuera una condena anticipada.
La presunción de inocencia y la posibilidad de defenderse en libertad deberían ser los instrumentos jurídicos para que se evite condenar de antemano a sospechosos. (O)