Arroz verde con coronavirus / Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión



A pesar que ha habido importantes noticias la semana pasada respecto al juicio Sobornos 2012 – 2016 (Arroz Verde), la posición de las partes no ha variado mucho, fundamentalmente de los dos principales actores: la fiscalía y el expresidente Rafael Correa, la primera fundamentando su acusación con una inmensa cantidad de pruebas testimoniales, documentales y más; en cambio, los acusados, sobre todo Correa, como ha sido siempre su proceder: negando, forjando, tergiversando y confundiendo todo.

Como he dicho, esa tónica no ha variado en todo este tiempo a pesar de que varios involucrados han corroborado fielmente la acusación de la fiscal; a pesar de que los cientos de pruebas (no solo un cuaderno) han sido contundentes y aplastantes; a pesar de que hay algunos acusados (como Bonilla, Duarte, Mera y otros) que comienzan a aceptar que pudo haber dineros malhabidos; pero el prófugo en Bélgica, el “cabecilla de la banda delincuencial” como dice la fiscalía, él no ha dado su brazo a torcer y continúa con la misma posición de negarlo todo, lo cual no es bueno para ellos porque esa división comienza a sentirse, y al no mantener una posición unívoca, son más débiles frente a la opinión pública lo que a la postre podría provocar que empiece a desmoronarse el gigantesco castillo de arena de la revolución.

Es, si me permiten la comparación, como el coronavirus. Un bicho microscópico que mata y hace daño, o al menos provoca pánico y altera el día a día de millones de personas. Es invisible y se propaga con facilidad. Muy poco se conoce de él, pero ‘ese poco’ es aterrador. Todo el mundo habla de él y evita por varios medios que sus organismos se conviertan en anfitriones de tan despreciable ser. Pero llegó y está causando estragos, no se detiene, no tiene compasión ni piedad. A pesar de su pequeñez nos tiene advertidos, amenazados, en vilo y asustados.

Correa no es el coronavirus, pero las secuelas de su devastador gobierno encarnan cada una de las escenas antes descritas, y al ser un virus nuevo, resiste cualquier antiviral del mercado, por eso sale orondo a pasear su arrogancia y su inocencia -según él- mientras varios de los suyos ya están cayendo poco a poco. Y esa es la clave: dividirlos y eliminarlos, en grupo son fuerza, solos o aislados, ya no representan peligro. (O)

mariofernandobarona@gmail.com

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