“Ay de los que escandalizan a los niños” / P. Hugo Cisneros
Estos últimos tiempos a nivel nacional se habla mucho del mal que los ciudadanos están haciendo a los niños. Esto me ha llevado a escoger un artículo de hace algún tiempo para compartirlo con mis lectores por considerarlo de gran actualidad.
El niño tiene su importancia innata porque él es hoy el hombre del mañana, porque siendo esperanza, hoy, es ya una realidad en marcha y porque se constituye en un «estado de espíritu» convirtiéndose así en un elemento esencial de la vida de todo hombre: «El ser niño».
El niño es el hombre total: El lleva en su ser la historia de sus antepasados, es una carga del pasado con toda su riqueza, con toda su fuerza vital que se prolonga a lo largo del hoy y del mañana. Contemplar a un niño es descubrir en él a la humanidad entera, es descubrir las ansias del hombre puestas en práctica: ¿quién más libre que un niño?; ¿Quién más lleno de amor que un niño?
Hablar de un niño ¿no es hablar de la vida? Esa persona que trae consigo la historia y que se llama niño «está en marcha» va hacia su realización plena de su ser de hombre. Pero viendo al hombre de hoy nos viene la gana de que «los niños se queden de niños», porque cuando ya llegan a la plenltud de hombres, dan miedo y dan susto. Si así es el niño que bien nos cae el llamado y advertencia de Cristo: «ay de los que escandalicen-dañen al niño.»
Todo niño es una esperanza, pero es una esperanza ya en realización porque la vida encierra una dimensión dinámica en su devenir diario. El hombre del mañana se está haciendo hoy, en el niño, en todo niño· Que misterio tan grande encierra un niño pues de él, de su formación de hoy, depende la humanidad del mañana, del que hoy es esperanza la sociedad del mañana. Ay del que escandalice-dañe hoy al que está dañando el mañana de la humanidad, de la sociedad. (O)