Barro y eucalipto, herramientas de los alfareros
En otros tiempos, el barro se golpeaba con un mazo hasta hacerlo polvo y después de cernir se lo pisaba con los pies para quitarle todos los grumos. Así empezó Gerardo Ortiz.
Ahora los que heredan la tradición de la alfarería en La Victoria, parroquia de Pujilí en Cotopaxi, procesan el barro con máquinas. Para Gerardo esta actividad se remonta desde antes de la llegada de Cristo. La emergencia sanitaria también les ha afectado en la producción, pero se resisten a dejar perder la tradición.
Explicó que el barro se lo amasa por varios minutos hasta que lo coloca en una piedra y le polvorea arena blanca para evitar se pegue. Expande el barro, lo deja listo para llevarlo al torno que es artesanal.
Sonia Ortiz mencionó que hay que acariciar con delicadeza el barro hasta darle las formas que permitan su imaginación. La actividad que lo define como un arte lo aprendió de su papá. Asegura que es la mejor herencia heredada de sus antepasados.
Para formar un plato se tardan cinco minutos y cuando el barro es amoldado se los lleva al horno donde permanecen durante tres horas. En el taller de Ortiz existen tres hornos donde ubica cuidadosamente cada pieza.
Etelvina Rubio, también es artesana, aseguró que el trabajo requiere de delicadeza y tiempo. El horno se lo prepara con eucalipto. “Los otros artesanos utilizan aserrín y otra madera, yo lo hago con eucalipto porque da más calor y brinda un olor diferente”, aseguró Rubio.
Al finalizar el proceso se le da brillo igual con las hojas de eucalipto. En la parroquia de más de 3 mil habitantes, aún quedan unos 80 alfareros. (I)