Cambiar nuestra actitud/ Kléver Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión


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Las emociones, los pensamientos y sentimientos son nuestra identidad vinculante con el mundo y con los demás, son los componentes básicos del comportamiento y constituyen una dimensión esencial en el desarrollo humano. De su importancia dieron cuenta Aristóteles (la educación en la virtud), Séneca (el autodominio de las pasiones), Epicuro quien sostenía que la filosofía podía ser considerada como la “medicina de la mente”. Las neurociencias nos informan que disponemos de un cerebro emocional que activa los procesos conscientes relacionados con los aspectos cualitativos de la experiencia. Que en el comportamiento humano coexisten tres tendencias: la tendencia al placer, la tendencia al afecto, la solidaridad y la tendencia a la agresividad.

Por tanto, las raíces del comportamiento humano ya han sido confirmadas por la ciencia que no están predeterminadas, y son, por tanto, susceptibles de aprendizaje. Se puede aprender las habilidades y recursos emocionales relacionados con el logro propio, el sentimiento de controlque puede ejercer el individuo sobre su ambiente, la capacidad de autonomíapara identificar, confrontar y resolver problemas. Ya lo dijo William James: “Los seres humanos pueden cambiar de vida cambiando su actitud”. “No son las cosas lo que trastornan a las personas, sino los puntos de vista que éstas adoptan respecto a las cosas” lo reconfirmo Epicteto.

Cuán importante es saber la necesidad ineludible de ayuda cuando se presentan crisis en los diferentes ámbitos de relación de nuestra vida para así conseguir una actitud positiva hacia uno mismo, automotivación del sí mismo, equilibrio interior, autonomía, percepción correcta de la realidad y dominio del entorno. Arreglárselas bien cuando hay alteraciones profundas, mantener una buena salud y energía cuando estamos sometidos a presión constante, recuperarse adecuadamente de los contratiempos, superar las adversidades, cambiar de estilo de vida y de trabajo cuando no es posible mantener los actuales, y hacer todo esto sin actuar de una manera dañina o disfuncional. Por tanto, la educación emocional constituye una prioridad en la sociedad actual.

¿Pero cuáles serían los motivos para que en este mundo actual exista un sospechoso déficit de una visión esencialmente socio-humanista en la lectura médica de quienes intervenimos en la recuperación de la salud? ¿Cuál es el rol que la omnipresente ideología mercantil va ocupando ferozmente todos los espacios y todos los sectores de nuestra vida, profesando el produce-vende-consume-acumula-desecha?

Se ha gastado bastante tinta el filosofar y parafrasear los mensajes escondidos de este azote a la humanidad que aún está vigente y peligroso, pero se respira un ambiente de que no hemos aprendido mucho de esta lección. Hemos entrado en la «nueva normalidad» sin haber aprendido de los inicios de la Pandemia. pues mientras duró el confinamiento, nuestra conducta, en general, fue ejemplar y con signos de empatía, pero ahora estamos en peligro de provocar rebrotes sin esperar a que se aplaque la furia del virus y sus múltiples cepas. Mantengamos una actitud no de miedo sino de respeto a esta época de cuidados y restricciones. (O)

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