Capullanas en la costa ecuatoriana / Pedro Reino Garcés

Columnistas, Opinión

Volviendo al principio y tomando ahora las palabras del cronista Cieza de León, los casi náufragos que sobrevivieron a lo de la Isla del Gallo fueron atendidos por estas mujeres caciques de la costa ecuatoriana. Los aventureros tenían indios en sus embarcaciones y con ellos acordaron que por pedido de una de ellas, saltasen a tierra.

Fueron derechos donde estava la caçica, la cual les hizo a su costunbre gran reçibimiento con mucho ofreçimiento, mostrando ella e sus yndios gran regozijo. Luego les dieron de comer y por los onrar, se levantó ella misma e les dio de bever con un baso diziendo que así se acostunbrava en aquella tierra tratar a los guéspedes. Halcón, el del jubón y la medalla, pareçióle bien bien la caçica y echóle los ojos. Como  ovieron comido, dixo esta señora que quería ver al capitán y hablalle para que saltase a tierra a se recrear. Respondieron los cristianos que fuera en buena hora. Halcón mientras más miraba, más perdido estava de sus amores.[…]La señora [cursiva en el original] con mucha gracia e buenas palabras dixo al capitán que pues ella, siendo muger, avía osado entrar en su navío, que él siendo honbre y capitán no avía de rehuzar de saltar en tierra; mas que para su segurança, quería [cursiva en el original] dexar en el navío çinco prençipales en rehenes. El capitán respondió que por aver enbiado su jente y venir con tan poca no avía saltado en tierra; mas que pues ella se lo rogava, lo haría sin querer más rehenes que su palabra. Muy contenta la Capullana con lo oyr, se lo agradeció; y aviendo visto el navío y sus aparejos, se bolbió a su tierra. Salió el capitán y el Piloto Bartolomé Ruyz con los otros y salieron a recibirlos la cacica con mucho prencipales e yndios con ramos berdes y espigas de mayz con grande horden». (21)  (Cieza, 1987 [1553]: 63-65).

Siempre me pongo y hay que ponerse a la defensiva con este tipo de redacciones testimoniales que parecen haber sido oídas por los cronistas. ¿Cómo es eso de entablar un diálogo entre castellanos hablantes de esa lengua, con nativos tallanes que tenían una lengua diferente? No se trata de un diálogo elemental, sino de una situación de suspicacia y de estrategia política. Aquí el cronista parece haber sido testigo presencial, cosa que no es verdad. De otro lado, lo que más bien entra en sospecha es la intermediación de los traductores apresados por Pizarro, que después de meses de cautiverio, posiblemente en la Isla de Gallo,  sirvieron de nexo primero con las capullanas y luego con el proceso de la conquista a los incas. Si Pizarro no estuvo con Cieza de León, ¿quién lo contó?

Y ya que tocamos este tema, dada la condición de “cacicazgo” y poder decisorio de las capullanas, es mi hipótesis que habrían sido ellas quienes ayudaron a Pizarro y su hueste a disponer de traductores, puesto que si la historia recoge tres o cuatro nombres, el suceso de Cajamarca y las guianzas subsiguientes hacia el Cusco, Pachacamac y Jauja  dan a entender que intervinieron muchos más que sirvieron en la estrategia  del derrumbamiento del imperio inca.

Según la Historia de Piura: “Es bastante conocida la anécdota que ocurrió en el transcurso del segundo viaje, cuando la nave descubridora, al pasar por Sechura, topó con una capullana que les dio un gran recibimiento. Tal fue la hermosura y encanto que Pedro de Halcón se enamoró perdidamente de ella  y se resistió a partir.” (22) (Historia de Piura, p. 41)

La versión de Efraín Trelles dice: “Pizarro continuó navegando al sur, donde otra capullana lo invitó a desembarcar poco antes de Trujillo. La nave prosiguió, dio la vuelta en el río Santa y al volver por las costas trujillanas, un español, Pedro Halcón, pidió permiso para quedarse en tierra pues se había enamorado de la capullana. Ni a palos pudieron hacer entrar en razón. Estaba, según dicen, completamente hechizado. Décadas atrás el diario El Tiempo publicó un listado de capullanas conocidas. Son: Muñuc Alac del cacicazgo Muñuela, Shimbi Alac de Simbilá, Puyuntu Alac de Puyuntalá, Urpa de Sondor, Yucur Suntu de Sechura, María Pancatil de Sechura, Isabel Socola de Socola y María Mecache de Mecache. A todas ellas las saludamos con cariño y admiración. ¡Vivan las capullanas, viva la mujer norteña!” (de mi libro Las Capullanas). (O)

Deja una respuesta