Cierres de campaña / Editorial
La campaña electoral -que terminó el jueves 21 de este mes- se caracterizó por la intensidad de la actividad desplegada por los candidatos y los movimientos y partidos políticos. Si bien la Ley determina que solamente está permitida la labor proselitista, durante cuarenta y cinco días anteriores al día del sufragio, la verdad es que los trabajos preelectorales iniciaron muchos meses antes con trabajos preliminares de acercamiento a los electores.
No podemos dejar de comentar que esta etapa electoral tuvo un ingrediente negativo. La bajeza moral de ciertos actores políticos, que hicieron alarde de insultos a los contrincantes, de ofensas, calumnias, que fue condenada por la mayoría de la población. El uso de las redes sociales con fines protervos no logró destruír la imagen de aquellos candidatos a los que lanzaron sus dardos envenenados.
La gente espera escuchar de los candidatos mensajes positivos, programas posibles y factibles para hacerlos realidad desde la función pública. Las ofertas baratas, sin sustento, demagógicas ya no impactan en los electores. Qué mejor escuchar a los candidatos el compromiso de fortalecer en la población los valores morales para sentir orgullo de su terruño, del valor de su gente y la exaltación de su esfuerzo y de su trabajo.
Todos los candidatos y sus seguidores terminaron sus campañas con la organización de marchas y concentraciones, con optimismo por los resultados. Unos cierres más sonados que otros. Lo censurable es que, en pocos casos, se abusó de abundante licor para emborrachar a los asistentes, que luego se dedicaron a escandalizar. (O)