Colombia / Esteban Torres Cobo
El estallido social y político en Colombia no para. A diferencia del que experimentó el Ecuador hace algunos meses, el del país vecino no parecer tener salida ni final, solo un escalamiento que se incrementa de ciudad en ciudad. La última ha sido Cali, completamente fuera de control y ya militarizada para ver si las cosas de alguna manera se pueden controlar.
Es cierto que todo inició por un intento del gobierno de tocar impuestos en un momento absolutamente erróneo para el caso (ojo con el Ecuador). Pero las protestas no pararon luego del retiro de la reforma tributaria y tienen combustible para más. ¿Está experimentando el presidente Iván Duque una arremetida de una izquierda organizada que se prepara para elecciones? ¿Cuánta mano negra del narcotráfico, de Maduro y de las FARC o los grupos insurgentes que le precedieron está atrás del estallido? Es difícil saber. Pero el desgaste es evidente. Que las calles se hayan calentado tanto solo confirma que al descontento justificado por las decisiones económicas se sumaron pretensiones políticas.
Un poco lo que puede suceder en algunas semanas en Ecuador si la primera marcha anunciada por el virtual presidente de la Conaie, Leonidas Iza, cuaja de alguna manera con el grave estado de la economía ecuatoriana. Atrás de los anuncios sin duda se encuentran pretensiones políticas, especialmente frente a la ascensión del movimiento indígena al poder legislativo. Iza, único dirigente con capacidad de movilizar gente a ciudades cercanas a la provincia de Cotopaxi, tiene un nuevo reto frente a la consolidación de Pachakutik en el poder formal. Él no cree en el poder formal sino en el que se tiene fuera de las instituciones democráticas.
En lo personal dudo que los nuevos llamados a movilizaciones tengan la connotación de lo que se logró en octubre, pero servirán para medir las fuerzas en el movimiento indígena y para decidir quién es quién. Es muy temprano para que la crítica o la protesta debiliten a un gobierno que recién empieza y que tiene en sus hombros a la opinión pública y a las esperanzas de un gran número de ecuatorianos que esperan un mejor mañana. Pero quizás eso también demuestre la audacia y la fortaleza con la que Iza que siente arropado para la batalla política. (O)