¿Cómo miramos?

Columnistas

A veces, en la vida cotidiana, podemos ver cosas que pueden hacer que nuestras preocupaciones se desvanezcan, escenas que pueden durar segundos pero que, en esos pocos segundos, aprendemos más acerca de la vida que en muchos años. Recordemos el pasaje de aquel hombre que no tenía piernas, estaba sentado en una plataforma y que para avanzar se ayudaba con un bloque de madera en cada mano, al levantar su plataforma para subir la acera, alzó la vista, saludó animado a un hombre que se quedó perplejo mirándole y entonces se dio cuenta de lo inmensamente rico que era, ya que tenía las dos piernas y podía caminar. A partir de aquel día en el espejo de su baño colocó estas palabras: “Me sentía desgraciado porque no tenía zapatos hasta que conocí a un hombre que no tenía pies”.

Se dice que lo más importante es creer que nuestro problema tal vez no sea tan grave, depende de cómo miramos, lo importante es que no nos intimide ya que la manera como reaccionamos cuando ocurren problemas depende de nosotros, de la actitud que asumamos, vencemos los conflictos o permitimos que los conflictos nos venzan.

¿Qué es un semáforo, un aparato que nos obliga a detenernos o que nos da vía libre? ¿Una fogata es núcleo de calidez y belleza o es causa de humo y cenizas? ¿El cristal de una ventana es algo que nos da entrada a la luz o es algo que siempre se ensucia y hay que limpiar? 

Cuenta la historia que el laboratorio del gran inventor Thomas A. Edison estaba en llamas, éste contemplaba la quema, impotente, y mientras veía consumirse sus costosos experimentos y equipos, llamó a su hijo Charles, ven, le dijo, nunca volverás a ver algo semejante, luego llamó a su esposa, y mientras los tres observaban las calcinantes llamaradas Edison comentó: con ello se han esfumado todos nuestros errores y ahora podemos empezar todo de nuevo, enseguida reconstruyó el laboratorio y al cabo de poco tiempo inventó el fonógrafo en 1877. Una hormiguita que trataba de trepar por una elevada pared cargando una hoja mucho más grande que ella se le cayó 69 veces, pero el insecto no retrocedió y a la 70 vez llegó arriba. Su ejemplo no da el valor que tanto necesitamos y que nunca nos demos por vencidos.

Se ha dicho sabiamente que la mejor manera de salir de un trance es atravesándolo. La única manera de superar realmente una dificultad es encarar la atacarla. El autodidacta escritor y dramaturgo irlandés Nobel de literatura en 1925, George Bernard Shaw. Una vez que le preguntaron cómo había aprendido a hablar en público con tan singular habilidad y agudeza. Respondió: “De la misma manera que aprendí a patinar, insistiendo en hacer el ridículo ante la gente, hasta que adquirí costumbre. Hay pocos que hayan sufrido más que yo de simple cobardía o que se hayan sentido más horriblemente avergonzados de ella. La forma eficaz de dominar la timidez y el temor es convertir el punto más flaco en la mayor virtud.” Con la práctica su oratoria fue mejorando hasta que George B. Shaw se convirtió en uno de los conferencistas más brillantes y seguros de sí que concibiera la primera mitad del siglo XX. 

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