Comunicación incomunicadora / Fabricio Dávila
La comunicación es un medio básico e imprescindible de convivencia humana. Comunicar significa participar a una persona de lo que se tiene, hacer saber a alguien algo, conversar con alguien de palabra o por escrito o transmitir señales mediante un código común. Por lo menos así reza el diccionario de la Real Academia.
Desde esta perspectiva, si algo debe funcionar con la precisión propia de un reloj, es la comunicación estratégica gubernamental. De este ejercicio dependen cosas tan importantes como la empatía, credibilidad, confianza y el apoyo de los ciudadanos a las causas comunes. Esto es otro de los grandes fracasos del régimen que va de salida.
El gobierno terminará aún sin descubrir las estrategias para llegar al público con un mensaje claro en momentos oscuros. Durante estos cuatros años, el país careció de una política de comunicación de Estado. Todo se limitó a la divulgación de ideas vagas, desconectadas y confusas, sin coherencia, continuidad ni solidez.
Esto no quiere decir que se añoren la propaganda narcisista de los enlaces sabatinos. Pero esta administración tampoco entendió que el objetivo principal de la comunicación no es mentir o disfrazar la realidad ante la falta de obras en beneficio de la gente, sino educar a los ciudadanos mediante espacios de reflexión y sobre todo escuchar su frustración frente a las promesas electorales incumplidas.
El levantamiento indígena de octubre del 2019, desnudó las falencias de la comunicación oficial. El Presidente intentó dar la cara a la crisis con un par de tuits y una cadena nacional, en la que ni siquiera tuvo a tiempo el texto en el teleprompter. No obstante, el manejo de la pandemia, terminó sepultando la imagen del Primer Mandatario, que aparece como el ingenuo capitán al que nadie le informa que el barco se hunde y que la mayoría de marineros ya no está, porque han escapado a puertos seguros.
En el palacio presidencial se tuitea felicitando al ganador de un reality show, al mismo tiempo que el servicio de inteligencia no pudo o no supo prever tres motines simultáneos en cárceles distintas. El Presidente se entera por terceras personas que su exministro de salud abandonó el país y dice que es una recomendación de los abogados. Por último, repite sin descanso algo que es evidente: “no funcionó”, cuando habla de la página colapsada para inscribir a los beneficiarios de la vacuna. Por lo menos en esto no hay mentira: “no funcionó”. Ojalá sea lo último que no funciona en estos dos largos meses de gobierno y de comunicación incomunicadora. (O)