Con la preocupación a cuestas

Columnistas, Opinión

En aras de fortalecer la autonomía, procedimientos político-legislativos terminarán por dar al traste con la filosofía, vale decir, con esa condición o capacidad de autogobierno o de cierto grado de independencia que se reconoce como la potestad o el poder de establecer sus propias normativas y órganos de gobierno dentro de la autoridad del Estado.

El legítimo afán de superar dificultades para atender la obra pública no puede enceguecer nuestra mirada y conducirnos a agravar la ya crítica situación económica que atraviesa el país. 

¡De ninguna forma el pastel crece mientras más pedazos se reparten!

Últimas noticias difundidas preocupan y aceleran sentimientos encontrados y verdades a medias. Vuelven compleja y ambigua la situación que -a fuerza de la costumbre- nos empeñamos en desconocer para no evidenciar una realidad incuestionable de falta de recursos.

¿Cómo explicar lo inexplicable?   Simplemente diciendo y enfrentando la verdad. 

El descalabro económico y agresivo endeudamiento, heredado o no, sinónimo son de mal manejo de las finanzas públicas, cuya sanidad a todos interesa para superar dificultades. Pero estas, serán tales, si empezamos por reconocer la ausencia de verdaderos planes y proyectos, justificadamente realizables y, sobre todo -necesarios e impostergables- para atender y concretar el bien común. 

Simplemente eso no ocurre. Ni siquiera opera un verdadero seguimiento y rendición de cuentas.

La capacidad de autogestión de gobiernos autónomos se circunscribe a invitaciones y contactos con autoridades nacionales para exigir transferencias, pedir ayuda o auxilio. Pero, recuperar ingresos, cobrar impuestos, tasas y contribuciones, en observancia de la ley no es nada popular y menos en tiempo cercano a elecciones nacionales o subnacionales.

En épocas que prima el cálculo político, siempre será más fácil dejar de cobrar que exigir el pago de deudas, echar la culpa a otros, que asumir la responsabilidad por ineficacias y falencias. 

Explicar lo inexplicable puede ser un verdadero desafío, especialmente cuando se trata de emociones complejas, fenómenos misteriosos o ideas abstractas. Más todavía si “una tormenta surge sin aviso».

Cada persona es un mundo y el mundo cada vez está más al revés. ¿Cómo entender lo que nos pasa?  Pues simplemente con la verdad y asumiendo el hecho de que, comprender al mundo y las personas puede ser abrumador, pero, existen estrategias para superar problemas y encontrar respuestas que satisfagan a la mayoría.

En eso estriba la necesidad de ser y parecer. 

Ser fiel a uno mismo, a sus postulados y evitar adaptarse a lo que se supone que otros esperan de nosotros. 

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