Contra evidencia básica no se discute… se medita

Esconder verdades no solo es una afrenta contra sí mismo, o un pecado que aturde y conmueve; pero pretender evitar la lectura evidente, no solo disminuye, sino que enferma el alma de tristeza y soledad. De suyo, testimoniar a partir de evidencia básica, es apostar por el futuro cercano y marcar rumbo sin posibilidad de equivocarse.
En este sentido, si todos o una gran mayoría de personas manifiestan que “ella es una mala candidata”, da para suponer que su contendor “no lo es” o “es menos malo que ella” y, por tanto, tiene posibilidades ciertas de ganar la elección.
Si insisten en que a “ella” le manejan cual marioneta y el dueño de su esqueleto no es nada menos que un prófugo de la justicia; parecería razonable pensar que “el” no tiene ese tipo de injerencia; y, por contrario le respetan y respaldan personas que están en contra de mafias narco delictivas.
Al final, todos, de una u otra forma, interpretamos, entendemos y asumimos (respecto de un hecho determinado) una particular postura, después de haber mirado, escuchado o presenciado una situación, sobre la cual se formula una opinión. Y todas, sin excepción, respetando la libertad de expresión, son legítimas, aunque no necesariamente compartidas o coincidentes.
No por eso, caeremos en la tentación de demandar que solo se mire y juzgue con una sola vara, y se deseche o conculque la visión en contrario. Por esa razón, desde el diccionario de la lengua y las acepciones, nos viene la ayuda para procurar entender de mejor manera las cosas y los temas, a efectos de admitir que también es posible -otra verdad- además de la nuestra.
Las diferencias entre “afirmar” y “suponer”, o entre “pedir” y “exigir” dicen las reglas, que radican en el grado de certeza, en el tono, la actitud y la relación de poder entre las partes involucradas:
Según ese listado, “afirmar” implica seguridad, mientras que “suponer” implica duda o posibilidad; y se puede inferir que: “pedir” es una solicitud amable, con cortesía y abierta a la posibilidad que la otra persona acepte o rechace. En tanto que “exigir” es una pretensión firme, que no deja margen para la negativa y suele ir acompañada de autoridad o presión.
Entonces “pedir” no genera represalias si el interlocutor se niega. Pero, “exigir” conlleva consecuencias si no se cumple lo pedido y aceptado.
Recurro a la amable receptividad del lector, que se tome su tiempo para reflexionar en el texto precedente, ahora que estamos bombardeados de un sinnúmero de acontecimientos locales, nacionales e internacionales cuyas vivencias, muy probablemente nos invitan a emitir más de un criterio o una opinión. (O)