Corrupción organizada / Gabriel Morales Villagómez

Columnistas, Opinión

Sin dudarlo, la administración del ex presidente Rafael Correa y su revolución ciudadana, pasarán a la historia como el gobierno más corrupto, inoperante y despilfarrador en la vida republicana de nuestro país.

Nunca antes en un solo gobierno se produjeron en el Ecuador tantos hechos de corrupción, tantos atracos, tantos robos. Latrocinios perpetrados a la vista y hasta con la complicidad de los mismos organismos de control. -¡Cuánto descaro! -¡Cuánta osadía! -Cuántos sinvergüenzas concentrados en una sola pandilla.

Repugna conocer, que ahora mismo sean denunciados y acusados por corrupción el ex presidente Rafael Correa, “el magnánimo”, -el impoluto- quien  solía reclamar para sí la personificación de la majestad del poder y del Estado. Su ex vicepresidente Jorge Glas quien, ha sido ya condenado inicialmente por corrupción y le esperan muchísimas más indagaciones fiscales por otros delitos.

Pero lo que repugna más todavía, es que quienes estuvieron llamados a cuidar los fondos públicos y a perseguir a los corruptos, también estén involucrados en la trama de corrupción, como el anterior y el actual Fiscal general, el Contralor, ahora prófugo de la justicia, e incluso el Procurador renunciante.

A la mejor usanza de las más poderosas mafias del mundo delincuencial organizado, asistimos con espanto a un enfrentamiento de bandas y bandoleros que se filtran llamadas, se reclaman favores y se acusan de deslealtades, sobre hechos delictivos cometidos en el anterior gobierno.

Escandaliza al país el hecho de que los enfrentamientos se dan entre los más altos dignatarios y representantes de las funciones del Estado y de los organismos de control del anterior y del actual gobierno.

Todo parece estar podrido. Parecería que no existe una sola institución, proyecto o contrato público, que no haya sido contaminado con la sombra de la corrupción.

El país ha perdido una década de bonanza y progreso y ha sido sumido en la más profunda crisis moral e institucional.

La cárcel ahora mismo tiene a huéspedes ilustres, un vicepresidente, a varios ex ministros de Estado, a ex gerentes y directores de empresas públicas y otros bandoleros prófugos de la justicia que se han puesto a buen recaudo, a vista y paciencia de las autoridades judiciales y ahora desde Miami aparecen como adalides de la justicia.

El ex presidente Rafael Correa a quien pretenden enjuiciarlo por delincuencia organizada, nos han dejado un país pauperizado, dividido y en crisis, después de haber manejado la mayor bonanza petrolera de todos los tiempos.

Durante diez años el Ecuador fue gobernado por una banda delincuencial, organizada e integrada por corruptos, soplones, chantajistas, manipuladores de documentos públicos y trúhanes  que han cometido todo tipo de delitos.

Ahora, cuando la justicia empieza a recobrar su independencia, se va a probar que la corrupción no fueron hechos aislados,  de tal o cual funcionario, sino que fueron hechos estructurales y sistémicos, provenientes desde las más altas esferas del poder y que desde la Asamblea de Montecristi, prepararon normas constitucionales y legales,  para,  a nombre de la subsistencia del proyecto político revolucionario y de su permanencia en el poder, perpetrar toda clase de delitos en contra de la administración pública.

Hay que volver a rehacer y a estructurar al Estado, sus instituciones, a condenar a los corruptos y a recuperar los dineros mal habidos.

 

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