Corrupción y Coronavirus / Edison Narváez Z.
La Corrupción y el Coronavirus nos ha generado impotencia, pareciera que estamos destinados a la supervivencia. Esta Pandemia nos ha desnudado como sociedad obligando al gobierno a improvisar en algo tan fundamental como es la salud pública; mientras que la Corrupción es una permanente amenaza de una clase política ignorante de la honradez, oportunista en su accionar, cambiadores de discurso y pescadores a río revuelto para llegar y mantenerse en el poder, apropiado del discurso de pobreza para satisfacer sus propios intereses con la plata de los ecuatorianos.
En este entorno, en medio de esta bola de oportunistas emerge el pueblo inerme, que frustrado no sabe qué más hacer para evitar el contagio y para terminar con los corruptos.
Y aquí seguimos entre el Covid – 19 y la Insensatez de los pillos que otrora fueron ovacionados deportistas y faranduleros.
¿Cómo le ganamos la batalla a estos dos citados fenómenos?
Parece que con el Coronavirus nos va a tocar coexistir, mientras que con respecto a la Corrupción debemos hacer causa común la sociedad en su conjunto para castigar a los indolentes que transgreden las normas legales y los principios éticos, robándole la plata al pueblo.
Ciertamente que el Ecuador en un tris pasó a ser un mundo de pánico por los contagios, de incertidumbre por la recesión económica, el desempleo y la pobreza; y de coraje por el bajo desempeño ético de quienes nos gobiernan.
Que nos quiebre la crisis ni la del contagio peor la de los antivalores. El pueblo crece obediente de un mundo dinámico y globalizado, víctima de la televisión y adicto al celular, condicionamientos estos que han dado paso a la manifestación de la desidia y los antivalores que conllevan el aparecimiento de un estatus de indiferencia y falta de amor por su país y sus semejantes. Anhelamos una sociedad de oportunidades y demandamos de gobernantes con sensibilidad social. Por nuestra parte, los de a pie tratemos de reinventarnos como personas, a tratar de mantener y/o recuperar nuestra salud mental y a darnos cuenta de que hay cosas simples que nos enseñan que nuestra vida puede ser más buena de lo que creemos. (O)