Corruptos defendiendo a corruptos / Mario Fernando Barona
¿A quiénes defienden los correístas? A personajes como Nicolás Maduro acusado de ser parte de un desastroso narcogobierno; o a los hermanos Castro en Cuba, dictadores y asesinos desde hace más de 60 años. ¿Con quiénes se alinean? Con autócratas como Vladimir Putin, embelesado con el poder en Rusia desde hace casi dos décadas sin intenciones de dejarlo. ¿Cuáles son sus referentes históricos admirados? Siempre viven entronizados con cualquier personaje destacado de la historia (preferentemente de izquierda) que les sirva como catapulta populista. ¿Quiénes son sus enemigos? Todo aquel que se atreva a desnudar sus corruptelas, léase prensa independiente y uno que otro político de oposición. En una frase, muchos de los correístas son corruptos defendiendo a corruptos.
Hay infinidad de casos (y no es retórica, en realidad es una infinidad) que podríamos citar en el Ecuador y el mundo en los que correístas y sus cófrades de otras latitudes viven defendiendo a sus pares a pesar de constituirse entre ellos la esencia de la desgracia y la corrupción. María Fernanda Espinoza, por ejemplo, se salió con la suya al no instaurarse el juicio político en su contra en la AN por el manejo arbitrario y desastroso de la Cancillería gracias a los votos correístas y morenistas “convencidos” unos y otros del cuento de persecución política que ella misma denunció. Por otra parte, las también gravísimas acusaciones de las que son objeto los correístas en el financiamiento de sus campañas electorales desembocaron en la defensa acérrima e incondicional de Correa a Mera, Duarte y Alvarado (señalados como presuntos implicados), con el argumento de invenciones malintencionadas, y claro, de éstos al primero, también implicado.
En lo internacional, igual, se defienden entre ellos, fíjese que el desastre económico, político y social en Venezuela y su alarmante crisis humanitaria, encendieron hace mucho las alarmas del mundo entero en pos de una reinstitucionalización en ese país, pero los correístas continúan aferrados al desgastado discurso que vanagloria la era chavista y madurista, defendiendo con uñas y dientes “sus logros”. De igual forma, la expresidenta de Argentina, Cristina Fernández, con doce causas abiertas y cinco pedidos de prisión preventiva por corrupción, no ha sido solo defendida por los correistas, sino incluso condecorada por la entonces AN.
Es triste ver cómo el cinismo alcanza ribetes de atrevimiento impúdico en la sociedad cada vez que un corrupto defiende a otro corrupto, pero es aún mucho más triste escuchar que a lo lejos alguien, completamente ajeno, los aplaude con desvergüenza y torpeza. (O)