Costumbres ancestrales en honor a sus finados

Interculturalidad

Para la comunidad indígena, el Día de los Difuntos es considerado de alegría, porque el espíritu está en el cosmos y desde ahí protege a sus familiares. (Foto El Heraldo)

Las comunidades y pueblos indígenas conservan aún varias tradiciones ancestrales para la temporada de Finados. Según Eusebio Sisa del pueblo Chibuleo y dirigente de juventud del Movimiento Indígena de Tungurahua, esta costumbre viene de épocas preincaicas y precolombinas.

“Este mes era dedicado a la celebración del Aya Raymi o Aya Markay, en honor a nuestros difuntos. En el mundo andino aya significa espíritu del difunto”, relató.

Los incas dedicaban todo el mes de noviembre al festejo de los difuntos. Sacaban a los difuntos de las tumbas, les hacían pasear por toda la comunidad. Para ellos significaba que la persona no muere, su materia y espíritu siguen con vida y los protegían.

“En Ecuador, antes de la llegada de los Incas, existían las civilizaciones originarias: Al sur los paltas, cañaris; al centro los puruhaes, panzaleos; y, al norte lo quitus, caras y pastos. En nuestro caso, los panzaleos enterraban a sus familiares sentados con alimentos y vestimenta, porque para ellos la muerte era un punto para iniciar otra vida. Era un espíritu que acompañaba a las familias”, confirmó.

Para el joven indígena, estos elementos siguen latentes y en las comunidades se hace un altar especial denominado ofrenda que consiste en la colocación de alimentos con el wawa tanta o guagua de pan, urpi tanta o pan tórtola y llama tanta o pan llama, colada morada y otros alimentos.

“En Salasaka se conserva esta costumbre, hacen la ofrenda en el cementerio, pero en el caso del pueblo Chibuleo celebramos en el hogar, buscamos un lugar céntrico para colocar la ofrenda y dejamos una puerta o ventana abierta para que el espíritu pueda entrar a servirse la comida”, añadió.

También existe la conjugación de la tradición indígena con la llegada de la evangelización y quienes han optado por la religión católica van a la eucaristía y luego regresan a sus hogares. Comparten los alimentos en su casa con vecinos y familiares.

Para el presidente del GAD Parroquial de Salasaka, Andrés Mazaquiza, la preparación para esta fecha inicia en enero con la confección de la ropa especial que vestirán ese día. Además, un día antes se preparan los alimentos que serán llevados a las tumbas en vasijas de barro. Visitan los cementerios y comparten en familia e incluso solucionan rencillas que puedan existir. (I)

 

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