COVID-19 y la aldea global / Mario Fernando Barona
La “Aldea Global” de McLuhan no solo guardó un sentido estricto de información y comunicación en donde las monumentales distancias que separan países y continentes se ven achicadas a una pequeña aldea de bits y datos que llevan y traen información en cuestión de segundos. Aquellas épocas en que la correspondencia tardaba meses en cruzar el océano quedaron para el recuerdo, ahora tan solo es cuestión de un click.
Porque incluso con la acertadísima analogía de McLuhan propuesta hace casi cien años, ahora más que nunca el mundo vive, siente y literalmente respira en una aldea global no solo de información, sino también de riesgos inmunológicos.
Hace muchos años atrás, una epidemia era por lo general altamente mortal para las personas que vivían en la zona cero, bastante menos para regiones más alejadas y casi nula para personas que vivían en otros continentes, por la simple razón de que muy poca gente viajaba ‘al otro lado del mundo’ y por lo tanto los niveles de contagio no se esparcían al planeta. Hoy, la realidad es muy distinta. El Coronavirus COVID-19, ha puesto en vilo a siete mil millones de personas. No hay zona o lugar exento de contraer el virus, precisamente porque ahora el mundo se ha vuelto tan pequeño e inmediato que esa aldea se va achicando un poco más cada día.
Esto recién comienza y las consecuencias comerciales, financieras y económicas son aterradoras. China, país cero del COVID-19, ha debido cerrar fábricas y obligar a millones de ciudadanos a no salir de sus casas. Por lo tanto, la producción en las últimas semanas se ha reducido casi a la mitad. Un grave problema es que muchísimas fábricas de todo el mundo dependen de los productos de China, que exporta un tercio de lo que necesita la humanidad. Además, al estar parada la producción, China no consume energía, por lo tanto los países productores de petróleo también tienen un serio problema, el principal consumidor del mundo ya no lo compra y al no haber demanda los precios caen estrepitosamente.
En resumen, no hace falta que un país cualquiera registre casos de COVID-19, ya es víctima de éste por las implicaciones descritas. Y si para mayor desgracia, ya los tiene, el problema es mayor.
En estos momentos nada le hará mejor al mundo que encontrar una vacuna que salve nuestra aldea global. (O)