Cuando se viajaba en ferrocarril
Hace algunas décadas atrás, había realizado varios viajes en ferrocarril cuando estaba en la escuela, uno de ellos fue a la ciudad de Ibarra; la empresa ferrocarrilera era privada, dirigida por personas de nacionalidad inglesa; época de bonanza ferrocarrilera, donde todo marchaba con tiempo y cumplimiento impresionantes.
Ese viaje fue imborrable; como olvidar, los pueblitos que aparecían junto a la línea férrea, pintorescos y alegres, los largos túneles que atravesaban montañas, los aborígenes que vendían sus productos en cada estación, los verdes campos llenos de cultivos de maíz, la enorme laguna de San Pablo, donde navegaban los nativos en sus «caballitos de totora», mientras en el cielo intensamente azul, volaban bandadas de blancas garzas, y al final del viaje, la hermosa ciudad de Ibarra, pintada toda de blanco.
En otras ocasiones viajamos «en el tren directo», llamado asi por que se detenía solo en estaciones importantes, fue todo espectacular, en especial el cruce por el sitio conocido como «La Nariz del Diablo»; es una montaña de laderas muy abruptas, por donde el tren avanza y retrocede en zigzag, para atravesar la Cordillera Occidental de Los Andes.
Luego el tren seguía a la estación de Sibambe, para continuar por el valle del Río Chanchan hasta la estación de Huigra, donde se realizaba los cambios, entre el tren que llegaba de Durán con el ferrocarril que atravesaba La Región Andina; para luego seguir, a la ciudad de Bucay; posteriormente iba por terrenos cultivados de arroz, caña de azúcar, cacao y otros; que formaban parte de los cantones Milagro, Yahuachi y Durán, donte terminaba el ferrocarril Quito Guayaquil.
El último viaje fue en El Tren de la Libertad, cuando hacíamos viajes de turismo, con un grupo de turistas que tuvieron la oportunidad de viajar, por la mayoría de las provincias del Ecuador. El tren sale por el occidente de la ciudad de Ibarra, y después de un breve recorrido. pasa por la Parroquia de Imbaya; la ruta se abre por 6 túneles construídos a pico y pala; para pasar justo casi rozando las rocas de las paredes de los túneles, de largo y corto tamaño; para salvar, abismales quebradas y el valle del río Ambi, se han hecho varios puentes, termina el camino ferroviario, cuando se pasa extensos cultivos de caña de azúcar que pintan de color verde al campo; se arriba a la estación de la Parroquia de Salinas; un grupo de danza afroecuatoriana, nos da la alegre bienvenida, invitando a bailar al ritmo de la bomba. (O)
El Ecuador que debemos conocer