Danza Con Lobos/ Washington Montaño Correa
Los ciudadanos acuden a una institución de salud del estado, en busca de alivio a sus males; justo allí, empeoran porque comienzan pidiéndole que compre desde lo más básico que debe tener una casa de salud, hasta aquello de lo cual depende una vida, sin importar su costo. Por deducción, la salud no es gratuita. ¡Bárbaro!
Vienen los tiempos del COVIT, con los efectos y consecuencias que padecemos en todos los ámbitos; pero la situación se vuelve más catastrófica, crítica y mortal en el campo de la salud. Llegó y encuentra un estado nada preparado ni tampoco con un plan que lo enfrente, sin embargo de que la pandemia fue declarada a fines del año pasado por la OMS.
Pero también es cierto sobre los rumores que se venían propalando en las noticias de que el sector de la salud estaba entregado a personajes de partidos políticos como botín en pago de favores políticos; de allí que revientan algunos casos que resultan infames por los montos destinados a la adquisición de insumos, la fallida construcción de un hospital, sobreprecios en la adquisición de distintos materiales que demanda la emergencia sanitaria, venta de insumos médicos con claro mensaje de distribución gratuita; resulta inconcebible que se trafique con aspectos, materiales, disposiciones, normativas y que son una bofetada a la población con bajos o nulos ingresos económicos regulares que no tiene a donde más recurrir.
Esta danza de los millones, los anfitriones no tienen sangre a la cara ni les tiembla la mano al firmar cheques por cantidades abismales, porque ya están direccionados a sus compinches, dueños de empresas que se formaron con intencional ambición de beneficiarse porque no cabe más figura, puesto que un médico ofrezca servicios de pintura, mantenimiento de equipos mecánicos, computadores, es ilógico; al igual que un animador de televisión, venda insumos médicos.
La corrupción salió a flote como el mal endémico de una política de baratillo de marcado, al mejor postor y van desde coimas vergonzosas y miserables a festinarse millones de dólares que tenían como seudo destino “favorecer a los más pobres”, pero entre los lobos la danza es a cada dentellada una denuncia y el denunciado, no quiere caer solo y denuncia a otro; de la misma manera como se repartieron el dinero, actúan y a los ecuatorianos no debe sorprendernos que se acaben involucrando todos y que asomen con cara de ángel de piedra a decir yo “nunca tocaría un centavo partido en dos, porque lo que es del pueblo es sagrado”. ¡Bravo!.
A la mañana siguiente este mismo personaje es noticia, porque descubrieron la truculenta y canalla mentira de una cuenta con un apreciable saldo, engordada por la venta de fundas para muertos, claro con sobreprecio. Y comienza la danza de las mentiras, de las amenazas a los que divulguen en su contra y cual romería al señor del mariachi, va la gente de la ley a abogar por la inocencia de su defendido.
Al Estado le toca bailar con la más fea, la verdad; pero en una danza de lobos, todos los pillos, sátrapas, miserables, ratas, pícaros, ladrones de cuello blanco, son presa fácil de un sainete judicial que comienza, dictando cárcel y termina mansito dando medidas sustitutivas, hasta que se fugan al imperio a gozar de su dinero mal habido y aquí no ha pasado nada. Maldita costumbre. (O)