DE AQUÍ EN MÁS… / Guillermo Tapia Nicola
Presunciones, miedos y desplantes, a la orden del día.
Una secuencia de hechos, comentarios y desafíos, mensajes y controversias, seguidos de presentaciones, tik-toc y videos alusivos, son como una cadena interminable de escurridizos planteamientos y acusaciones que, ningún ser, mínimamente educado y crítico (en sus cinco sentidos) dirían algunos, se aventuraría a explorar, solo para dispersar el debate o por el afán de figuretear o trascender.
Desde la esquina de la expectación, así lo infiero. Y no paro de sorprenderme, de tanta audacia retenida. De tanto intento aleccionador fallido. De tanta prepotencia escenificada en todos los espacios. De tanto desparpajo.
Porque, desde el ánimo parroquiano -la duda- está muy arraigada a estos episodios de tragicomedia, en los que, dicho sea de paso, el bueno, aparentemente parece malo y el investigador, no termina en su empeño, sino, hasta saciar su sed de conocimiento o eventualmente de venganza, sin importar los medios y a veces, mucho menos la ética.
Finalmente ahora todo es válido. Habrá de preguntarse por qué?
Cuál es el leitmotiv que, repetido o periódico, aparece una y otra vez en un determinado ámbito, para hacer factible -cuándo no- prudente, endilgar una acusación a una o varias personas; y de inmediato, acorazarse en un acto de victimización injustificable.
Tal parece que la diáspora y la necesidad de huir hacia adelante, se han vuelto elemento indispensable en el pensamiento acusatorio inserto en redes, nubes y espacios digitales. De esta suerte, polarizar las actividades humanas, nos conduce a adoptar posiciones extremas. A favor o en contra; e interrumpir el valioso e insustituible intercambio o diálogo.
En ese escenario, cualquier cosa puede pasar, más, si las instancias políticas y las judiciales adolecen del mismo mal.
La inmediatez electoral, ejerce una suerte de iman. Casi que descalabra la razón y da paso al despropósito, al engolosinamiento y al apresuramiento.
Quién sabe, si el epílogo del mecanismo democrático, hasta se presta para ejercitar una nueva intentona golpista u otra amnistía. “Sin ninguna mala intención”. ¡Solo para variar!
Y que mejor, tratar de encontrar asidero en revelaciones periodísticas, transcripción de audios y comentarios de toda índole, para hacer posible el “puntapié a la historia”.
El comentario de pasillo encontró el pretexto.
Las instancias jurisdiccionales deberían activar y activarse, sin tanta alharaca y cumplir su cometido en bien de la sociedad y por la sanidad institucional de todo un país.
Finalmente, la verdad brillará y el frío invierno de la duda, será despejado,