De cara al futuro, con los mismos vicios
La fragmentación política, es un vicio que nos mantiene atados al pasado.
La perversa división de un sistema político en múltiples partidos o facciones que -a menudo- tienen dificultades para trabajar juntos de manera efectiva, no es un fenómeno nuevo, sino un viejo anacronismo que puede ser visto como un «vicio» porque perpetúa ciclos de conflicto, ineficiencia y estancamiento, e impide el progreso y la adaptación a nuevas realidades sociales y económicas.
Este es un asunto que lo vivimos a diario y, en muchos casos, esa fragmentación refleja viejas divisiones ideológicas, regionales o sociales que siguen dominando la política contemporánea, manteniéndonos «atados al pasado» y dificultando la construcción de consensos para el futuro.
El egoísmo patriarcal, político y social, gusta de mantener esos conflictos del pasado sin resolver y perpetuar divisiones históricas, de forma que la fragmentación impida la capacidad de los gobiernos para responder a los desafíos sociales actuales de manera efectiva.
Como sostenemos en líneas anteriores y en otros escritos, la desconfianza en las instituciones, la polarización social y el debilitamiento general de la democracia, se han vuelto el leitmotiv de la mayoría de los movimientos y sujetos políticos, para impulsar -directa o indirectamente- su acceso a espacios de poder y desde allí, ser parte del reparto.
El diálogo, la negociación y la construcción de consensos que permitan a las sociedades avanzar de manera conjunta hacia un futuro más inclusivo y próspero, no es parte de su agenda y, por lo mismo, poco o nada hacen para abonar en esa dirección. Interesa, como ya estamos viendo en esta época, llegar a cómo dé lugar, hasta donde sea posible y más nada.
En esa obsesión, poco les importa ser cola de león o cabeza de ratón. Aunque es probable que con la segunda opción se sientan más identificados, porque su apetito voraz es insaciable.
En lo dicho, que se puede esperar que no sea incertidumbre y ansiedad, porque todo apunta a destruir lo poco o nada que se tenga, para erigirse en los “supuestos salvadores” de un mundo que ellos mismo se han encargado de desbaratar.
Y claro, cuando ya se han “adoptado medidas irreversibles” los pobladores empiezan a recapacitar y tomar consciencia del desatino y atropello irrogado a sus intereses y supervivencia, entonces reclaman dejar sin efecto la resolución.
La cita nos lleva solamente a advertir que, cuando se debía, no se socializó en debida forma el impacto a suceder o que, nadie se preocupó por imaginar el desastre que sobrevendría.
Dicho así, estamos de cara al futuro, con los mismos vicios. (O)