De cuerpo y alma

Columnistas, Opinión

En el mundo de cuerpos y almas, convocados estamos a “descubrir la verdad en la mirada” porque el pasado no puede cambiarse y sin dilación debemos enfrentar lo que se viene.  Si el pasado nos define, entonces hay que buscar una forma para alejarnos de él y sus influencias a fin de identificar el camino correcto.

Por ello, cualquier intento por alterar el orden de las cosas, para beneficiar a un grupo que -reñido con la ley- manipula a toda una población para hacerse de su mente y gobernar su territorio a como dé lugar, debe ser considerado un atentado a la cordura.

Pero, resulta insólito que gente movida por un sentimiento “atornillado” en su cerebro para reaccionar en contra de aquel que, a diferencia suya, con esfuerzo, trabajo y labrando oportunidades surge y progresa, asuma esa suerte oculta de revanchismo y envidia como causal -sin serlo- de todos sus males.

Inconcebible aquella manipulación, cuando se trata de tomarse el poder para gobernar sin restricciones y volver a incurrir en viejas prácticas “non santas” que apuran apropiación indebida de bienes y consumación de privilegios, abusos y costumbres reñidas con la moral y la ética que, más temprano que tarde -han puesto y pondrán a descubierto- el hecho delictivo primario que une a esas mesnadas de la maldad y del odio, en función de la destrucción de la sociedad.

Preocupante, que ese grupo humano -sin adecuada información y veracidad- tenga en sus manos la posibilidad de definir el destino de todo un pueblo o determinar su eterna lamentación. Y más aún que, desentendido en valores y confundido al extremo de sentirse agraviado y capaz de destruir a vecinos o parientes, lo haga sin remordimientos.

Es tiempo de alcanzar el punto de equilibrio en la sociedad ecuatoriana, desmitificando ídolos, sancionando criminales y consolidando el humanismo por sobre la venganza, para recuperar la solidaridad, el civismo, el respeto, la cordura y la honra.

Verdad incuestionable es que a una mayoría ciudadana le mueve la seguridad por sobre cualquier otra consideración o conjetura política sobre izquierdas o derechas:

Seguridad, de contar con una moneda fuerte como el dólar que le permita vivir y definir sus horizontes, por pequeños o simples que parezcan.

Seguridad jurídica y sobre todo certeza e integridad de personas y bienes, independientemente de haberes y teneres.

Seguridad, de tener al alcance de la mano una función judicial proba, ágil, oportuna e incorruptible que garantice derechos.

Seguridad de la familia, proyección y crecimiento dentro de parámetros de moralidad y ética, cívicamente comprometida con su nación y sus raíces; y,

Seguridad, de recuperar a un país del tutelaje e intromisión del narco y la violencia en la institucionalidad estatal, cuyas flaquezas hacen evidente el fraccionamiento del núcleo social frente al facilismo, la drogadicción y el sicariato.

¡Escojamos el camino correcto! (O)

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