DE ESTE A OESTE

Editorial, Editoriales

Políticamente hablando, “la muerte bajo pedido y sin opción de extremaunción”, nos deja una huella imposible de seguir o -por lo menos- no recomendable ni repetible nunca más; sobre todo, cuando el causante, temerosamente, se priva de la condición de postular para saber si tiene o no alguna posibilidad de extender su vida pública y enmendar acciones.

Es por ello por lo que, cuando la cuerda se rompe por el lado más flaco (de cara a la auto inmolación), las condiciones supervinientes no pueden ser otras que aquellas resultantes de la audacia, astucia, entereza y decisión con que se asuman y resuelvan los retos no atendidos por quien los descuidó.

Lo anterior, sirva apenas como acto introductorio al tema que en verdad preocupa y alerta al país, cada vez que se acercan procesos electorales -marcados- no hace mucho, por amenazas y desenlaces fatales que alentaron el síndrome de violencia que subsistía aparejado al narco-propósito subyacente de la aventura nacional que -con tanto fervor- pretendemos echar al olvido, no sin antes exigir el esfuerzo de sancionar a sus autores, cómplices y encubridores, y de recuperar lo que fue indebidamente sustraído del erario patrio.

En ese escenario, inaudito resulta constatar cómo, aventureros e improvisados perfectamente identificados e identificables, se lanzan en búsqueda de liquidar a un gobierno cuya temporalidad no admite duda, con el solo fin de banalizar sus acciones, lapidar su expectativa y abrir camino a una potencial “candidatura heredada” que no termina de cuajar en el imaginario electoral, independientemente de su origen y funcionalidad.

Y como si se tratase de una trama criminal (el tiempo lo dirá) se entretejen ardides y formas non santas para perfeccionar el delito, azuzando a la gente a iniciar un levantamiento impropio e imprudente que, termina deslocalizando una infraestructura y por cierto, afectando más con su ausencia, al sector cuyas voces se alzaron para que aquella oportunidad se evapore por entre el exuberante verdor de la Amazonía. 

Lo único que queda en evidencia es: un cambio de lado y una colección de tik tok y videos que muestran al “activista” en su maquiavélica tarea de insistencia para “marchar hasta a Quito a tomarse el poder” y, por cierto, las imágenes de sus contactos y vínculos más cercanos con la facción política que seguramente alimenta sus afanes golpistas. 

Es de esperar que el ministerio público, en ejercicio de las funciones que le son propias, profundice en el asunto y encamine -sin más trámite- las investigaciones que correspondan a efecto que la justicia actúe y sancione de manera ejemplar esos desafueros. 

El país no puede permitirse el lujo de dejar pasar este tipo de vandalismo so pena de instaurar un estado de abandono e irrespeto a la ley. 

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