DE GOLPES BAJOS / Guillermo Tapia Nicola
Inmersos en una vorágine de expresiones, manifestaciones, rumores y aglomeraciones confusas de la gente, como si en verdad se tratase de un remolino de gran fuerza e intensidad, nos aprestamos, una vez mas, a confrontar -no solo hechos jurídicos- sino también: políticos y hasta religiosos y además, la voracidad de unas prácticas clientelares que resurgen «emulando al ave fénix» pero desprovistas de ese plumaje vistoso y atractivo que las vuelve sugerentes o por lo menos ‘aparentemente’ interesantes.
Casi como en un cuadrilátero, aguardamos la presencia del anunciador, los contrincantes, los «seconds», los taburetes, los baldes, los tomatodos, las toallas, los cicacitrantes, el hielo y las almohadillas de acero para desinflamar los golpes.
Las aposentadurías del escenario colmadas de bote a bote. Gritos y banderas de las barras que, como nunca, exhiben su propaganda y adhesiones, se juntan en cánticos gregorianos y música protesta, unificados, desmaterializando a un dios, imitando su paso o bien caricaturizando sus mandatos, otros, advenedizos comensales se mezclan con las caravanas que acompañan a uno y otro adversario-proponente y se inmortalizan en selfies y banderolas que se insertan en cada una de sus fan pages.
El clima es inmejorable, acompaña abrigadamente la confrontación que se anuncia por todos los medios ‘amigables’ o ‘corruptos’ según la esquina desde donde se predispone a apreciar la contienda.
No pueden faltar los jueces. Todos, incluidos los jueces de agua. Los de linea, los de vallas, los pista y campo, los de tiro, los del «var», los del otro «bar» y por cierto los que, papel en mano, definirán, sentenciarán y absolverán -todo al mismo tiempo- para evitar posteriores remezones o señalamientos.
Pero, oh sorpresa, no habíamos reparado en que uno de los legítimos contradictores está ausente; y, al percatarnos que está de viaje, habrá que pedir seguramente su extradición, su repatriación o, en su defecto, su reencarnación.
Al final, todos los sujetos que brillan por su ausencia y son requeridos para intercambiar posiciones, tanto como aquellos otros que se aprestan a escapar, y los que no pudieron salir, deberán cooperar con la autoridad y de suyo, amenguar la falta o esquivar la pena.
Ahora que ya tenemos los primeros indicios de los «uppercut» o ganchos que se utilizarán en el ataque, pero también conocemos, aunque someramente de los «jabs», «crochet», «hook», y «swing» o golpes directos, curvos, laterales y mixtos que serán parte de la defensa, solo nos resta apelar a la prensa especializada para que transmita en vivo y en directo el espectáculo, de manera que no solo los de las barras, los camuflados, los encubridores y los contendientes tengan información de primera mano, sino que los demás de su especie o clase, también tengan ocasión de gesticular y dolerse con cada golpe, con cada caída y con cada «levantada» que llegue a evidenciarse.
Apenas si estamos en los aperitivos. Los primeros tanteos. La verificación del peso y el alcance. Aún no se definen los guantes ni el color de las esquinas, aunque ya se intuyen -tras bastidores- sobre quienes serán los managers. Las apuestas están anunciadas pero, aún no concretadas.
De a poco se irán relatando las estrategias, puntajes y eventuales abandonos. En esta etapa, todo vale… después, también.
Es tiempo de esperar.