¿Deberían perder el año? 

Columnistas, Opinión

Un sistema educativo es eficiente cuando se logra sus objetivos de enseñanza, en un tiempo adecuado y sin desperdicio de recursos humanos y financieros que afectan los niveles de eficiencia del sistema. Dos graves problemas que afectan a la eficiencia del sistema educativo son la repetición y el abandono, no utilizaré la palabra deserción, porque considero que los únicos que desertan son los delincuentes o los que estuvieron cumpliendo el servicio militar obligatorio.  

El abandono escolar es el último eslabón en la cadena del fracaso escolar, antes de esto el alumno probablemente quedó repitiendo, con lo que se alargó su trayecto escolar, bajó su autoestima y comenzó a perder la esperanza en la educación. El abandono de los estudios, afecta mayoritariamente a los sectores pobres y a la población rural, que muchas veces comen una vez al día y no tienen para pagar el transporte.  A más de las implicaciones económicas, la repetición tiene consecuencias sociales y culturales. Hay que asumir plenamente la misión de generar aprendizajes para todos y en igualdad de condiciones.

Poco hablamos de la corresponsabilidad de docentes que el abandono de los estudios, nace del aburrimiento que producen las clases, ya que los alumnos sienten que lo que les enseñan no vale la pena, que no tiene relevancia en su vida, con esa impronta de ser “el dueño de la materia” y con ella “hago lo que yo quiero”, docentes que no se han dado un tiempo para analizar algunos fenómenos cono la inmadurez, la dislexia, atención dispersa, deficiencias sensoriales o bloqueos afectivos. El avance hacia una nueva concepción hace necesario revisar el papel de la educación, desaprender y repensar la evaluación. El principal desafío para combatir el fracaso escolar es cambiar el objetivo de la evaluación y lograr que los progresos de los alumnos sean evaluados regularmente para optimizarlos. La clave de la evaluación debe ser la comprensión de las dificultades y hacer que las escuelas sean más accesibles a las familias.

 Debemos darlos un seguimiento e Individualizar las prácticas para los alumnos de alto riesgo, utilizar a los alumnos talentos para los trabajos grupales y que expresen el valor de la solidaridad con el menos débil.

Como conclusión, debemos agotar todos los esfuerzos posibles para que ningún estudiante pierda el año y concuerdo con la derogatoria del acuerdo 063-A por parte de la actual ministra de Educación Alegría Crespo, para que ningún estudiante de educación general básica deba perder (2do a 9no).

Cuando ejercí la docencia, pude experimentar dos experiencias distintas, la una siendo testigo como a mi hija lo hicieron perder el año por no aprobar una materia (matemáticas) cuando tenia un promedio de muy bueno en todas las asignaturas; y la otra, en contraposición a lo ocurrido con mi hija, tomé la decisión que mis estudiantes no pierdan el año, busqué todas las herramientas pedagógicas para ayudarlos a cumplir sus sueños.  (O)

cifam62@yahoo.es

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