Decisiones personalísimas

Columnistas, Opinión

Pintarse de “inocente” cuando por todos los medios nos atiborran de información que inexorablemente conduce a una misma y concurrente evidencia, es aparentar algo que no eres; y, peor aún, desaprensivamente confirmar lo “cándido” que pretendes mostrarte ante los demás.

Unas cuantas personas (sin afán de generalizar o disminuir la magnitud de la consideración) se han dado a la tarea de cuestionar todo lo que acontece, sin importar su trascendencia. De esta forma, encaminan sus acciones a generar malestar para, en ese ambiente, sembrar dudas y posicionar referencias que, por sí mismas, son expresión siniestra de lo que quisiéramos evitar que acontezca o que vuelva a suceder.

Jugar con los sentimientos, la credibilidad y la bondad de la gente es, por lo menos para mí, la más cruel de las actitudes de un ser humano para con sus congéneres. Por ello, independientemente de haber identificado cuáles serían mis opciones para elegir autoridades el próximo 20 de agosto, jamás se me ocurriría intentar incidir o manipular, de modo alguno, las personalísimas decisiones de los ecuatorianos.

Lo expresado, no significa que me abstenga de enunciar, con libertad y respeto, lo que pienso y las razones que me asisten para esa formulación.

Y, por increíble que parezca, una primera es el país. Si, este Ecuador que nos acuna desde la primera mirada y que ha hecho lo imposible -dentro de los límites que impone la racionalidad- porque nuestra existencia y formación sean lo mejor posible, en función de apuntalar una o muchas oportunidades de vida.

Otra cosa es, sin duda, el aprovechamiento diferenciado que hubieren ejercido los potenciales beneficiarios, vale decir, todos nosotros.

Pero sin duda, caben las excepciones y como es lógico imaginar, las circunstancias que amalgamaron las diferencias. Incluso estas, finalmente dejarán notar -por mínimo que fuere- el aporte de la administración democrática en algún momento de nuestro paso por este territorio patrio, aunque también ha habido de lo otro.

Y es que… ¡No todo ha sido bueno o malo, todo el tiempo!  Se han sucedido momentos, incidencias, mutaciones y consecuencias, pero el acceso al conocimiento y el aprendizaje, por citar algo -históricamente- ha sido una opción puesta a nuestro alcance.

Por lo mismo, no cabe despreciarla ni soslayarla, independientemente de saber que algunos tuvieron mejores condiciones que otros para aprovecharla y, lamentablemente unos cuantos, nunca tuvieron esa oportunidad, porque desde muy niños concentraron esfuerzos en apoyar a sus padres en sus tareas.

A despecho de lo que pudiere inferirse, esos niños emprendedores tuvieron para sí, el mejor de los ejemplos en sus progenitores y consolidaron a su haber, el conocimiento empírico y la experiencia, con la que labraron su destino en esos artes y oficios tan cercanos a sus vivencias.

La vida tiene compensaciones, bemoles, y por tanto, continuamente estará en propias manos la construcción colectiva de nuestro destino.

Una siguiente razón, para mi decisión electoral, es la necesidad de corregir la normativa constitucional y legal vigente, porque de ella han derivado varias de las situaciones más controvertidas que han terminado por generar malestar ciudadano, dudas sobre las actuaciones públicas y cuestionamientos a funcionarios designados o electos.

Otra reflexión que ha inquietado mi espíritu, en consonancia con la opinión mayoritaria de la población es la seguridad, la justicia y la oportunidad de crecimiento, desarrollo y trabajo.

¡Así de grande es el reto! ¡Hay tanto por hacer!

No todo lo que se ofrezca en campaña será cumplible en año y medio. Pero si se sientan bases ciertas para que nuevos emprendimientos se identifiquen, programen y arranquen, mucho cuento será tener una línea a seguir a partir del 2025.

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