DEL ALARIDO AL INTENTO / Guillermo Tapia Nicola
Como siempre acontece por estas fechas, nos anticipamos a despedir un ciclo y a recibir otro, teniendo de por medio el balance final que deja huellas, sintetiza acciones y rejuvenece dolencias, abre heridas y una vez expuestas, supuran más de una queja, o contraponen alguna esperanza, de esas que permanecen latentes hasta encontrar el momento propicio para brotar.
El tiempo, inexorable, agudiza el tic tac y su secuencia suena a final de un espacio verificado y caminado a tientas, en procura de encontrar una luz que, discurrida, se ha vuelto más esquiva que el faro de Alejandría en época de tormenta, en tratándose de advertir buen puerto a la nave de la democracia que intenta superar el temporal con el que se acostumbraron a amenazarla para hacerla sucumbir.
Ventiscas y ciclones han sido insuficientes para derrumbar la estructura. Pero las intenciones no caducan. Como las ambiciones toman aliento con cada desliz, con cada ocurrencia o impertinencia que, asida de alguna brisa de vanidad ajusta popa para enfilar la proa y romper las aguas que por delante se arremolinan.
Los intentos se advierten redoblados y las pitonisas, apuran su costumbre y hacen su aparición. Una suerte de maleficios y dictámenes negativos se cuelan por entre las supuestas evidencias del caos que, los empecinados, apuestan a diseminar entre la población.
Una idea contraria a todo lo que suene a cambio, a mejora, a propuesta, o a superación, se vuelve bandera de lucha y tiende a ser enarbolada por los alaridos descarnados de los seguidores implacables de la década desbordada que, no admite de ningún modo la incertidumbre que viven y la ausencia que les agobia, como también de otros devotos de su propio «gurú» que convencidos de sus profecías, enceguecidos, se guarecen en cualquiera de las posibilidades que les ofertan para mantener un espacio de poder desde el cual ejercer malestar y contrariedad.
El mundo habrá entonces de vaticinarse entre la borrasca y la bruma, aspirando encontrar un haz de luz que ilumine y abrigue.
¿Será que aquello acontece con la consulta y la elección de autoridades de los gobiernos autónomos descentralizados?
Más que una interrogante, deberíamos asumirla como una única respuesta al alcance de la mano y que no podemos ni debemos desperdiciar, amén de continuar en el círculo de incertidumbre que nos atormenta. Tenemos la posibilidad de pronunciarnos y elegir entre subir la montaña o saltar al abismo.
No se trata entonces de calificar un gobierno y menos de imponerle omnímodas voluntades.
Se trata, de honrar un mecanismo democrático y marcar posiciones para enmendar el rumbo, al tiempo de escoger las mejores opciones para gobernar los territorios de cercanía.
¡Lo tenemos entre manos! ¡Solo nos resta utilizarlo!
Más sin embargo y previo a saludar a todos ustedes por el advenimiento de un Feliz Año 2023, permítanme enjugar una sentida lágrima por el Rey Pelé que se ausentó al infinito en procura de marcar otro gol en un partido distinto. ¡Dios lo guarde!