Del amor, al odio/ Paul Viteri Albán
Durante los últimos años hemos observado, cómo el nivel del debate sea conceptual o político, ha disminuido de tal forma que para expresar o tratar de imponer criterios, se tenga que utilizar prácticas ordinarias, bajas y hasta fastidiosas, esto en razón de que so pretexto de considerarse supuestamente personas de izquierda, derecha, centro o los mal llamados apolíticos, creen que pueden terminar de un plumazo con la dignidad y el honor de otra persona, claro y sin olvidarnos o dejar de lado, a esa insaciable y eterna lucha entre unos y otros por inculpar al que no piensa igual que yo, de todas las crisis que ha vivido y vivirá nuestro país.
Lejos estamos ya de los debates de antaño, en donde se aportaban ideas, posturas o criterios, y de esos políticos o ciudadanos que debatían sus ideas con altura y sobre todo con un conocimiento amplio de las cosas, algo que evidentemente hoy hace falta; y, claro para remplazar la mencionada carencia, se han tomado practicas abominables, como crearse paginas o perfiles falsos en las redes sociales sin nombres, apellidos o apodos que por lo menos identifique la autoría, y con el único fin de utilizar estas como escudo de la cobardía y trinchera de la ignorancia.
No es posible, que aparezca el mal llamado líder indígena, que por cierto jamás ha ganado una elección, pero que considere tener la facultad de paralizar nuestro país cuando le da la regalada gana, o el transformado de pelagato a mojigato, que por el único favor de ostentar una curul en el legislativo, se crea con la capacidad de realizar comentarios execrables y voraces en contra de una dama, o que para consolidar un proyecto político que supuestamente gano, se recurra a esas prácticas grotescas de seguir atacando al otro, como si siguiera en campaña o como si no se hubieran dado cuenta que perdieron las elecciones.
Definitivamente estoy empezando a perder cierta orientación, debido a que de a poco se establece un mal llamado “ismo”, que tristemente hace que ya no encontremos grandes diferencias entre el Correismo y el Lassismo, puesto que los primeros se extralimitan en descalificar todo lo realizado por el gobierno durante este corto tiempo, mientras los segundos se esfuerzan por mantener esa pelea y ataque cotidiano, como si para eso los hubiéramos elegido, “incluyéndome”.
No, no, y no … No estuvo bien antes, no está bien ahora, ni estará bien nunca. Ya va siendo hora de que discutamos nuestras diferencias con argumentos y altura, no se puede, ni se debe caer tan bajo, no podemos seguir utilizando el sectarismo para gobernar o tratar de ser gobierno pisoteando la institucionalidad y las leyes, y, sobre todo, no abusemos de la paciencia de la gente que de a poco se empieza a colmar del constante enfrentamiento; pero, sobre todo jamás se olviden que para el pueblo es muy fácil pasar “del amor, al odio”. (O)