Del grito desencajado a la visión de futuro

Columnistas, Opinión

La formación en valores se dice, viene desde la cuna. La familia es quien primero los inculca y la transmisión de estos, crea un vínculo afectivo que ayuda al desarrollo integral de la persona, independientemente que, en las últimas décadas, la estructura familiar ha cambiado y hoy hablamos de diferentes tipos: nuclear, extendida, monoparental, entre otras.

No obstante, no falta el sujeto desaprensivo que, de espaldas a esa realidad, confunde el significado del término acunar y sintiéndose superior, por el solo hecho de colocarse -de vez en cuando- un manto rojo que cubra sus carnes (cuando no está de paseo por “el imperio” buscando auspicios), sintiéndose Manco Cápac o un iluminado de Mama Ocllo, ensaya una filípica añadida de un “listado de exigencias a cumplir” que, demanda al presidente electo acate y observe sin más trámite, pues caso contrario, dejará sentir su rabia y su poder, o lo que equivale a decir, la fuerza y la ira de la organización bajo su mando.

En su ofuscamiento, el “dirigente” supera la realidad. En resumida verdad, ni siquiera la considera y, confrontado como está, ante un evidente esquema situacional que no le es cercano políticamente, porque otra vez equivocó el rumbo con su apoyo, tanto que la gran mayoría de los que, él supone son suyos, entendiendo a cabalidad el momento sufragaron por el mandatario electo; pretende recuperar por imposición, un espacio que definitivamente lo ha perdido por su irracional comportamiento y por su empecinamiento en proferir amenazas lanzadas al viento.

No se da cuenta que el pueblo ecuatoriano quiere por, sobre todo paz, convivencia pacífica, trabajo digno, observancia de la ley y acuerdos legítimos que -en lo político- enarbolen la verdad, la transparencia, la honradez y, como ya se dijo, el respeto sin condiciones.

En esta mirada, insistir -de partida- que “no aceptarán medidas impopulares o neoliberales” y justificar su actitud pretendiendo el inmediato cumplimiento de las 15 demandas nacidas de su movilización nacional, destructiva y vandálica de octubre del 2019, reeditada en junio del 2022, rebasa la mínima consideración de mesura y prudencia; y, concluye para sí que hacerlo, es comprender el carácter plurinacional e intercultural del Ecuador.

Felizmente el conglomerado social es más amplio de lo que el dirigente indígena supone y esta realidad, de cara al desafío -fundamentalmente político- que deberá enfrentar el nuevo gobierno, privilegiará en su análisis, en su valoración y en su compromiso para con el país, el esfuerzo que se emprenderá para concretar un gabinete o por lo menos una coalición que permita llevar adelante la propuesta del mandatario electo, de generar al menos una ley de carácter económico urgente por mes, para salir de la crisis, sin descartar la posibilidad de consulta plebiscitaria, que por igual ha sido reiteradamente sugerida como una alternativa.

Las condiciones nacionales y las realidades globales de incertidumbre y violencia no permiten abstraerse de lo que ocurre más allá de las fronteras territoriales y de las limitaciones de la racionalidad que, en algunos casos, parecerían estar “supinamente” nada cultivadas y más enraizadas que la tierra.

El país saldrá adelante con el concurso de todos. De ahí que resalto los términos de una interesante entrevista a un líder empresarial de la sierra centro que pude escuchar en una radioemisora local, en la que dejaba muy en claro su postura, su esfuerzo de superación y el de su familia, al punto de ser generador de más de un mil empleos permanentes -en sus empresas- y de algo así como tres mil temporales con ocasión de la feria anual de emprendimientos que promueve.

No se escuda en la literatura desgastada y barata de la oferta dirigencial politiquera a la que señala -entre otras- como causante de los males que nos aquejan. (O)

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