DESCONTROL CON LAS TARJETAS DE CRÉDITO / Mauricio Calle Naranjo
Especialmente en épocas navideñas, los ecuatorianos tienen la costumbre de intercambiar regalos y realizar eventos con la finalidad de fraternizar entre amigos y compañeros de trabajo. Esto es bueno para la economía porque se generan ingresos, y es la festividad indispensable de los negocios estacionales, porque diciembre es el mejor mes del año. En buena hora, lo que necesita el país es reactivarse y generar ingresos. No obstante, existe un problema de educación financiera en ciertos hogares o existen enfermos que adolecen del mal de las compras compulsivas y sobrepasan el cupo que sus tarjetas les otorga.
Aquí hay una problemática, pues gastan un dinero que no es de ellos, estos dólares son prestados por el banco emisor de la tarjeta al cual se lo debe devolver en cuotas y con intereses. Muy pocos hacen caso al consejo de los abuelos que decía “nunca gastes tu dinero antes de ganártelo” o “a pobre viene quien gasta más de lo que tiene”. Sabios consejos, que nadie escucha y que pocos ponen en práctica. En el país circularon 5,7 millones de tarjetas de crédito que eran manejadas por 2,6 millones de individuos hasta noviembre de 2021. Es decir, cada cliente tuvo en promedio 2,2 tarjetas. Y por motivos de la pandemia en octubre de 2020, la Junta de Regulación Monetaria y Financiera aprobó la Resolución 609 -2020-F, que permitió que las deudas cayeran en mora recién a los 61 días de impago. Esto dio un respiro a mucha gente. No obstante, las personas no consideran la gestión de cobranza que le puede costar un aproximado de 43,99 dólares.
En este mundo de apariencias y vanidades, el gastar en cosas innecesarias se ha convertido en un hábito, consecuentemente, las deudas van creciendo de forma paulatina y llegan a un punto donde no hay retorno y los bancos toman medidas legales a fin de recuperar de alguna forma su plata. Por el bien de los hogares y el futro de sus hijos, sean cautos y sabios en el manejo del dinero y sus patrimonios. No gasten en exageración, que nadie le va a ayudar a pagar las deudas que usted provoca. “El dinero puede convertirse en un reflejo de nuestra ambición de poder, autoestima, miedos, temas personales y felicidad” (Mary Pilon).