Desenmarañando lo insólito

Columnistas, Opinión

Mientras se aproxima el día “D” las frutas se alteran. Cambian el color rozagante con las que fueron escogidas y, de a poco, van perdiendo fragancia, para terminar, enturbiando la lozanía de las frases y descolgando la pasividad del ambiente deseado, como una ilusión evidente de cambio social, indispensable e improrrogable.

Entonces el discurso se vuelve acusatorio, inquisidor, violento. Desprolijo por decir lo menos. No solo en contra de otros, sino también entre los suyos. Y, como “cuando el río suena” las verdades se deshojan cual margarita abierta al sol si “los compadres se pelean”.

¡Pero no es todo! Se anuncia casi como trofeo en oferta de feria haber alcanzado un “acuerdo entre dispares” para entronizar al nuevo presidente del órgano legislativo y se guarda silencio respecto de los “diálogos incómodos e inacabados” con las bancadas que, por ese efecto, quedarán en minoría.

Nada se agrega sobre el reparto del festín en las comisiones y las condiciones para viabilizar su funcionamiento.

Es evidente: Los entretelones no se cuentan, solo se devela el misterio a la comunidad, aunque esa verdad atormente a la mayoría.

Si por alguna casualidad, se reedita la forma de titularización y pertenencia en las comisiones, como aconteció en los tres últimos períodos legislativos, lo más probable es que se terminará privilegiando persecución y escándalo, disputando a dentelladas la integración de la comisión de fiscalización, las de materia económica y la de legislación, entre dos o tres más, para monitorear al ejecutivo y mantenerlo ocupado rindiendo cuentas.

Es claro que cuanto se haga para reposicionar en el tablero tareas pendientes de las que se dejaron en el limbo con la muerte cruzada, más que desafío, son necesidad.

No se precisa lo que será la acción de legislar, pero se gesticula, eso sí, henchido el pecho, la de fiscalizar y se desliza con sigilo un pedido formulado por uno de los interlocutores y actores del ‘arreglo’, para que se investigue a la Fiscal, aludiendo a un incumplimiento por algo que ellos plantearon, evitando eso sí, puntualizar el hecho como un asunto clave del “acuerdo”.

Sin embargo no faltará quien, para tomar la iniciativa, anuncie en próximos días el inicio del juicio político al fenómeno del niño y sus secuelas, sin molestarse en revisar que, quien huye de la verdad termina tropezando con ella.

En estas condiciones, la telaraña democrática no tardará en desarticularse y la sociedad, en su conjunto, verá afectada su estabilidad, su institucionalidad y su prerrogativa de futuro.

La juventud, exhibirá el conocimiento acartonado y fundamentará su ímpetu en la nueva administración. Esa es una realidad incuestionable y legítima. En paralelo, se cumplirá a la perfección el capítulo olvidado de la zurdocracia, cuando “la experiencia” sea relegada de manera definitiva y con ella, el síndrome de la persona adulta mayor y su realidad existencial, económica y política.

Dicho así, se operará un cambio, es verdad, pero ajustado a los intereses particulares de unos cuantos, desmereciendo la opinión reiterada de un buen número de ecuatorianos que no dudaron nunca en apoyar una iniciativa que la entendían cercana a sus ideales.

Con suficiente espacio, ya tenemos elementos de juicio para advertir los desenlaces del día “D”. Lo que aún no podemos, es avizorar lo que sucederá después de aquel en el que se concreten aspiraciones largamente acariciadas y dilucidadas -con nombre y apellido- por las bancadas mayoritarias, sobrevivientes del período legislativo interrumpido.

Por lo demás, queda dicho que se tramitarán dos proyectos urgentes en materia económica y, con ellos, se apuntará a fortalecer la propuesta del nuevo gobierno y a justificar con objetividad la intencionalidad del “acuerdo”.

¡Que sea lo que Dios quiera! (O)

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