Deseo y propósito
Todo el mundo respalda que la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas salgan a las calles a defender con armas letales la seguridad ciudadana del terrorismo, y claro, demás está por decir que quienes no apoyan esta decisión son los propios delincuentes y la clase narco política de este país que desde el 2007 se curaron en sano aprobando leyes que les garantizan impunidad, oponiéndose a reformas legales que buscaban atacar la corrupción y el crimen organizado y finalmente recurriendo siempre al infalible comodín de los derechos humanos.
De unos y otros no me llama la atención, obviamente, pero una parte de la población civil y uno que otro político pensante no comparten la dureza de la medida gubernamental, prefieren, dicen, medidas radicales pero sin violencia. Por eso, es a este grupo en particular a quienes va dirigida esta columna, solicitándoles respetuosamente contestar una sola pregunta: ¿Cuál es el éxito del presidente salvadoreño Nayib Bukele en su lucha contra las mafias pandilleras?
Si usted pertenece a este grupo, por favor, que su respuesta no sea que no se puede considerar un resultado “exitoso” aduciendo a que Bukele también usa la violencia o por las supuestas condiciones precarias de los presos, porque esa no fue la pregunta. Las medidas son extremas, sin duda, pero el resultado es único e incuestionable. El Salvador ahora vive en paz y eso se debe al “propósito” gubernamental de atreverse a llevar a cabo la mayor limpieza social nunca antes vista que habla de paz y un mejor futuro para millones de personas, hecho que, evidentemente, no debería provocar discusión alguna. Por eso, cualquier argumento en contra, primero, es tangencial por lo que termina alejándose de la verdad, y segundo, le hace el juego a los malos.
Ahora que estamos a las puertas de nuevas elecciones presidenciales y de asambleístas, es preciso que en su calidad de elector sepa identificar qué candidatos “desean” hacer algo y quiénes tienen el “propósito” de llevarlo a cabo. Desear algo casi garantiza que no se consiga porque el deseo es pasivo y requiere un tercero (un genio, un dios o quien sea) que garantice se cumpla el deseo; en cambio, tener el propósito de algo casi garantiza que lo conseguirá porque el propósito es activo haciendo que uno se convierta en su propio genio.
Mientras la mayoría de nuestros políticos solo “desean” hacer realidad sus sueños de perro, el presidente salvadoreño tuvo el “propósito” de exterminar de su país las mafias pandilleras y lo consiguió, al costo que sea, pero el éxito es inobjetable; y ahora va por los políticos corruptos. Seguir empantanados en románticos argumentos de respeto por la vida a quienes jamás la tuvieron por sus víctimas, no hace más que alargar indefinidamente el justo anhelo de ver algún día al Ecuador limpio de las mafias narco traficantes y narco políticas. Votemos por quienes ya demostraron que tienen el propósito de hacerlo. (O)