Días turbios para el correísmo
Desde la captura de Glas en la embajada mexicana en Quito hasta la fecha, los días han sido tremendamente turbios para el correísmo, de hecho, pienso que de los 17 años de vigencia de esta mafia política en el país (diez de ellos siendo gobierno), estos han sido los más críticos para su credibilidad y aceptación al punto de herir de muerte su capital político, el bien más preciado. Y esto recién comienza.
Y es que precisamente en estos días coincidieron varios hechos fulminantes que minaron profundamente los cimientos de esta otrora bien estructurada organización narco política en el país. Ya por la misma captura de Glas; ya por la orden de periciar sus celulares y tabletas; ya por la negativa a su Habeas Corpus; ya porque la OEA no nos sancionó como ellos esperaban; ya por las declaraciones en audiencias judiciales tanto en Ecuador como en Estados Unidos (caso Polit) que involucran directamente en la trama de corrupción a Correa, Glas y otros peces gordos; ya porque el líder máximo de esta secta traicionó a la patria y está formalmente denunciado por ello; y hasta por la desvinculación de algunos asambleístas de esa bancada que dado el peso de las evidencias, han preferido dar un paso al costado.
Lejos de pensar que en el corto plazo todo esto puede llevar a la desaparición definitiva de la Revolución Ciudadana (RC) y de sus narco líderes en el concierto político nacional, los golpes antes descritos ciertamente los han dejado en la lona, soñados, escupiendo sangre y con muy pocas probabilidades de recuperación, no obstante, recuerde usted que son mafia y las mafias juegan sucio, no me sorprendería, por tanto, que en el momento menos pensado nos asesten un fulminante golpe bajo con una herradura escondida en el guante.
Finalmente, creo pertinente anotar que a los asambleístas de la RC que en estos días han decidido desertar de sus filas -y a los que lo hagan más adelante- no les creo ni media palabra. Y no les creo porque si durante años esos mismos personajes se dedicaron a negar lo innegable, a ocultar lo inocultable y a defender lo indefendible, ya sea con su silencio cómplice o con altanerías y desafíos, como era usual, no pueden venir ahora a limpiar sus porquerías mostrando distancia de quienes nos cansamos de señalar como corruptos. Su desesperada salida no es honesta, ni transparente, ni tampoco sincera porque estos tres adjetivos serían compatibles únicamente con aquellos que conociendo los antecedentes de esa organización política (lo cual era evidente a todas luces) jamás se habrían unido a ella, o en el peor de los casos, aceptando la equivocación, hubiesen salido oportunamente y no después de aupar un sistemático daño a la nación y cuando ya se ven perdidos y no les queda más remedio que saltar del barco. (O)