Diferencia y decisión / Guillermo Tapia Nicola
Hay días en que, el amanecer nublado, se prolonga hasta en la mente de algunos individuos que se sienten a gusto en el oscurantismo y no apuestan por la luz, y menos por el brillo de las ideas que son incentivos del cambio.
En medio de un atropellado lenguaje, propio de una
verborrea atosigante e inmisericorde, expuesta en un caldo de cultivo que
destila veneno, he escuchado enaltecer a la «pobreza solidaria» como
si se tratase de un progreso comunitario y, nada más fuera de contexto que esa
afirmación. Otra cosa es que, incluso los “pobres
de solemnidad”, se acerquen a la
solidaridad, no solo desde el valor del principio social, sino como una
auténtica virtud moral.
La pobreza, es un mal endémico que debemos eliminar de la faz de la tierra y no una invitación a inscribirnos como justificadores de ella, menos, por solidaridad. Eso suena a realzar el adagio popular “mal de todos, consuelo de pocos”.
Pero, qué difícil es entender a los obnubilados que
no superaron los setenta y siguen añorando el mensaje terrorista y sus
historietas como si se tratase de una invitación a la vida, cuando en efecto
fue y es todo lo contrario.
Quien respira por los poros, solamente odio y
vanidad, no puede jamás ser artífice y construir puentes de diálogo, como
tampoco pretender consolidar un frente ciudadano de apoyo a una candidatura
presidencial de prosperidad y bienestar para los ecuatorianos.
Esto es definitivamente incuestionable y cierto.
La mentira, siempre será mentira y sus exponentes,
no superarán la realidad de suponerse o en el mejor de los casos ser
-únicamente- falsos profetas.
Que me perdonen los sabios y entendidos en la materia, pero la simple posesión del carnet identitario político, no acredita conocimiento y menos entendimiento del problema político a quien lo carga. Máximo, otorgará una singular pertenencia o corroborará aquella circunstancia al que lo exhibe.
Y ahora, ya no es un problema de izquierdas o derechas. Es un tema de aplicación de modelos y resultados. Es un asunto de vida o muerte.
La secuencia de fracasos, debilitamientos, quebrantos, migraciones, hambre y miseria, no es lo que podríamos llamar un modelo a seguir.
Si hay personas que así lo piensan, tienen a su haber la oportunidad de viajar a aquellos países en donde eso ya ocurre y asentarse en sus territorios, pero lo que, si no tienen, es el derecho o la facultad de arrastrar a los demás hacia ese estado de postración y abandono.
Esa es la diferencia. Al final, la decisión siempre será suya ciudadano ecuatoriano. (O)