Dilema entre la sociedad y el Estado. 2022 / Pedro Reino Garcés

Columnistas, Opinión

Al parecer, como que creemos que el Estado es quien debe ser el ente controlador de  una sociedad, cuando –pensando democráticamente- debe ocurrir lo contrario: es la sociedad la que debe controlar al Estado. Pero según la visión de muchos teóricos que han estudiado las conductas políticas del juego del poder, piensan que este criterio se maneja como un transitar por un camino al que lo han denominado “El pasillo estrecho”. 

Digamos a nuestros lectores, que vamos a comentar brevemente este tema, hablando en nuestros términos de que el caminar político de la sociedad, que puede ser la nuestra, es como ir por un “chaqui-ñan” en búsqueda de la libertad, que de alguna manera se equipara con esa búsqueda de felicidad. Hay que saber que el chaqui-ñan, o camino a pie, tiene dos bordes: de un lado tenemos el Estado con sus leyes e imposiciones, ejerciendo límites y ruta obligatoria; y del otro lado está la sociedad con sus expectativas, sus necesidades y su voz que debe ser vigilante a las leyes y sobre todo, a sus ejecutores.

El problema de la realidad es que del lado del Estado mayoritariamente se han ubicado los déspotas, las élites, los calculadores que son quienes han hecho las leyes a su favor. Son los corruptos y toda suerte de beneficiarios del poder. Son los encargados de interpretar y aplicar las leyes a su favor. Del lado del pueblo solo quedan ciertos líderes  en búsqueda de algún equilibrio, de alguna reivindicación, de esa búsqueda de la libertad y justicia que les procure alegría de vivir; de este lado digo,  quedan como contestatarios los rebeldes, los que hagan levantamientos, protestas, huelgas, paros y toda suerte de reclamos. Si en el Estado están gobernando los más sensibles, estrecharán el chaquiñán; pero si ocurre lo contrario, con la represión muere la democracia.

“Cuando las condiciones requieren nuevas responsabilidades del Estado, esta expansión debe verse acompañadas de nuevas maneras de que la sociedad participe en la política, vigile al Estado y los burócratas y, si es necesario, interrumpa nuevos programas” (p. 589). Mis opiniones y la cita pertenecen a la motivación que me ha suscitado la lectura del libro El Pasillo Estrecho –Estados, Sociedades y cómo alcanzar la libertad- escrito por Daron Acemoglú y James A. Robinson,  Ed. Planeta colombiana, 2019, de 672 páginas, que lo acabo de leer y lo comparto con mis opiniones.

¿Qué quiere decir esto para nosotros en estos momentos? Pues hay muchos puntos para reflexionar, que según estos teóricos sería la insinuación a transitar por el “pasillo estrecho” que es nuestro chaqui-ñan. Estamos viviendo la experiencia de un Estado despótico, que incluye los tres poderes, por un lado; y la reacción incipiente y prácticamente nula de la masa social, porque no tenemos reacciones ni leves de los movimientos y estructuras de base que serían los sindicatos, las organizaciones obreras, los gremios de trabajadores y más federaciones que antaño dejaban oír voces y propuestas que interrumpan los abusos.

Vista esta realidad, uno se pregunta ¿por qué tanto silencio? Aquí también hay varias hipótesis: corrupción en la dirigencia de los gremios, de quienes   han escalado en esos micropoderes,  que resultan “negociadores” con los peces gordos del poder despótico. Otro factor es la “teoría del miedo”.  El miedo es a la represión y a la falta de respeto a la justicia y a las propias leyes ignoradas por el poder. Por ello los tratadistas de este libro denominan “poder despótico” porque usan y abusan de leyes y disposiciones hechas a la medida de sus interesados. Un tercer factor sería la “cosecha del desencanto”, por cuanto el individualismo mina la conciencia y la conducta de solidaridad que debe ser fundamento de los grupos de base. El desencanto radica en la práctica de la traición, porque en las micro democracias grupales o gremiales, ronda la incertidumbre y la desconfianza (el hombre del maletín), porque venimos practicando más bien una especie de “democracia de la demagogia” que es una peste que está llena de ejemplos y experiencias frustrantes.

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