DISCORDIA POLÍTICA / Mauricio Calle Naranjo
El escenario político de Ecuador es caótico y no responde a las necesidades de la ciudadanía. Esta enmarañada disputa entre el legislativo y el ejecutivo, solo atiende a intereses y caprichos de los inmiscuidos en la empantanada pugna de poderes. Muy aparte de si es procedente o no el juicio político contra el señor presidente de la república, la etapa que atraviesa Ecuador es desfavorable para todos los ciudadanos, porque la inestabilidad provoca que el país no sea atractivo a los ojos de los inversionistas, debido a que la falta de una democracia sólida es una amenaza a la seguridad jurídica y tributaria, aspectos imprescindibles que buscan los inversores. Esto se traduce en la inexistente creación de puestos de empleo, no obstante, sí se prevé más migración y pobreza.
Todavía el sector productivo no se recupera del golpe ocasionado por la pandemia y los dos paros nacionales, solo es necesario salir a recorrer las calles donde se encuentran locales cerrados y casas en venta. En ciertas empresas, las recesiones han sido tan fuertes que no tienen otra alternativa que cesar su actividad y empezar a vender el poco patrimonio que les queda. Sumémosle el aumento de la delincuencia, lo cual tiene en zozobra a toda la nación. Como resultado Ecuador ya no es un país de oportunidades, al contrario, tiene la particularidad de poseer un colectivo fragmentado, polarizado, individualista, regionalista, envidioso y con microracismos.
A modo de ejemplo, en plazas y mercados a puertas de la semana santa, los precios de ciertos productos empiezan a fluctuar, independientemente de su origen, porque los intermediarios culpan a la época invernal y al incremento del costo del transporte. Pero la realidad es otra, lo que existe es especulación. En la parte judicial, los jueces otorgan libertad a criminales, sin importarles las pruebas que presente la policía y fiscalía. En lo cultural, más audiencia tiene una novela de narcotraficantes que un reportaje educativo. Con estos ejemplos se argumenta que la sociedad fracasó, porque cada quien se cree más listo que otro, aprovechando cualquier ocasión con el afán de abusarse del prójimo. Este comportamiento negativo se cristaliza en la irracionalidad de las autoridades. No se puede exigir a los gobernantes, si el electorado está corrupto y lleno de vicios.
Mensaje: No perdamos la fe en un Ecuador mejor. Seamos coherentes entre lo que decimos y hacemos, cada ciudadano debe ser íntegro en su actuar, tanto en sus hogares como en sus trabajos. Un mejor lugar sí es posible si todos ponen de parte y generan el cambio.