DUALIDAD A VOLUNTAD / Mario Fernando Barona
No puedo ocultar mi fascinación por la física cuántica, ciencia que estudia las partículas más pequeñas del universo cuyo comportamiento es totalmente distinto a todo cuanto conocemos en macro física, desafían radicalmente lo que intuimos como racional y van en contra de la lógica más elemental porque se rigen por reglas completamente diferentes e incomprensibles para nuestro entendimiento. ¿Ejemplos? estas partículas pueden estar en dos lugares diferentes a la vez, pueden existir y no existir en el mismo momento o pueden ser una cosa u otra a voluntad.
¿A voluntad? Sí, a voluntad, lo cual se descubrió hace más de doscientos años con el famoso experimento de la Doble Rendija, que según los entendidos, sería uno de los más hermosos y reveladores llevados a cabo en física cuántica para conocer qué es la luz. No faltará oportunidad para explicárselo, por lo pronto, permítame únicamente señalar que a partir del año 1801 en que fue realizado por primera vez, se lo ha replicado incontables veces, ahora incluso con la más avanzada tecnología, y en todas sin excepción se confirma y ratifica que estos electrones o sub-partículas cambian su naturaleza a voluntad: de partícula (es decir materia) a onda (no materia) y viceversa dependiendo si hay alguien que las esté mirando. A esto se lo llama el principio de dualidad onda – partícula.
¿Loco, no? Increíble. La física cuántica es un universo de misterios y contradicciones que aún no llegamos a entender y la verdad, no sé si algún día lo hagamos. Ya lo dijo Richard Feynman, premio Nobel de Física: “Si usted piensa que entiende la mecánica cuántica es que no la ha entendido”.
Ahora bien, precisamente por mi escasísimo conocimiento del tema no quisiera sonar petulante ni mucho menos contradecir a los verdaderos genios que a diario estudian el extraordinario mundo de las sub-partículas, pero hoy debo afirmar con total certeza que la conclusión del experimento de la Doble Rendija no se da únicamente en física cuántica, no, en nuestro mundo macro también se replica el mismo fenómeno en todo momento y lugar con gente que cambia su naturaleza a voluntad dependiendo de si otra persona la esté o no observando. El caso más patético es el de los políticos sinvergüenzas, sobre todo el de los correístas, que ponen cara de angelitos cuando salen en pantalla y se transforman en osados delincuentes cuando saben que nadie los ve.
Sí; estos, al igual que las partículas, también hacen dualidad a voluntad, con hipocresía y malicia, claro, pero cambian a conveniencia. La diferencia cuántica radica en que los electrones son luz y los políticos pícaros, tinieblas.