Duele la corrupción/ Edison Narváez Z.

Columnistas, Opinión

En este país, es cotidiano que alguien haga trampa, cuesta tanto ser honesto y como nos duele la ausencia de ética, y mucho más en el sector público.

El escándalo de los carnés de discapacidad, es como darle una cachetada a un sector de la población que merece la protección de la sociedad. Es increíble como cientos de personas discapacitadas esperan años para obtener su carné, mientras otros cientos de sinvergüenzas lo obtienen de inmediato para acogerse a los beneficios tributarios y para importar autos de alta gama exonerados. Así también es increíble el escándalo de los insumos médicos adquiridos por hospitales e instituciones durante la pandemia, sin ningún tipo de respeto por el dolor, la muerte y la necesidad de tantos inocentes.

Duele y mucho la corrupción, pues cambia la naturaleza de las cosas;

es una permanente amenaza de una clase política ignorante de la honradez, oportunista en su accionar, cambiadores de discurso y pescadores a río revuelto para llegar y mantenerse en el poder, apropiado del discurso de pobreza para satisfacer sus propios intereses con la plata de los ecuatorianos.

Pero si llegamos a extremos cuando el fracasado ex presidente populista investigado por peculado, sarcásticamente grita …. ¡Viva la Patria! …  o cuando el otro mediocre populista con orden de prisión preventiva con desparpajo manifestó que un millón de dólares entregado por Odebrecht a uno de sus ex ministros constituía un acuerdo entre privados…. Que locura.

En este entorno, en medio de esta bola de oportunistas emerge el pueblo inerme, que frustrado no sabe qué más hacer para evitar el contagio y para terminar con los corruptos.

Y aquí seguimos entre el Covid – 19 y la Insensatez de los pillos que nuevamente buscarán ser elegidos.

Estimados lectores, ya se acercan las elecciones, y si elegimos a los mismos políticos corruptos de siempre quedará claro de que no queremos un cambio y de que somos parte de la corrupción.

El pueblo crece obediente de un mundo dinámico y globalizado, víctima de la televisión y adicto al celular, condicionamientos estos que han dado paso a la manifestación de la desidia y los antivalores que conllevan el aparecimiento de un estatus de indiferencia y falta de amor por su país y sus semejantes. Anhelamos una sociedad de oportunidades y demandamos de gobernantes con sensibilidad social. Por nuestra parte, los de a pie tratemos de reinventarnos como personas integras, tratando de mantener y/o recuperar nuestra salud mental y nuestra actitud incorrupta. (O)

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