Dura historia del mundo
El inteligente conjunto de esfuerzos realizado por el hombre a lo largo de los siglos ha ido encaminados a conseguir mejores condiciones de vida, pero no todos los hombres participan por igual en el esfuerzo ni en el disfrute de los resultados. Siempre se ha producido una acusada diferencia entre los que cuentan con medios para realizar los avances y el resto de la gente, ricos y pobres, lo cual ha sido sobrellevado con paciencia en unas épocas y en otras ha terminado estallando en rebeliones y revoluciones.
Pero las luchas se producen no solo entre ricos y pobres sino entre países que disputan las materias primas, el área de influencia, la expansión de territorios. La historia es una sucesión de luchas y guerras que llegan hasta el día de hoy.
El sueño de conseguir un mundo en paz como obra de la justicia no ha llegado a realizarse nunca. Un país bien situado y con una alta capacidad técnica puede conseguir para sus ciudadanos un aceptable nivel de vida, que en más de una ocasión se obtiene gracias a la explotación de las riquezas naturales de otros países que no tienen la competencia para utilizarlas. Pensemos en la permanente rebatiña por África, por ejemplo
La creación de grandes organismos internacionales, con capacidad para proponer fórmulas de convivencia eficaces, hasta el momento no han conseguido su objetivo ni siquiera en orden a evitar de manera efectiva las guerras entre naciones, aunque anden siempre proponiendo otros objetivos, siempre discutibles, como el control de la población, el calentamiento global, la ideología de género, etc.
Los países occidentales, vencedores de la segunda guerra mundial, han sido lo bastante hábiles para producir una sociedad más próspera, con una vida más confortable, el estado de bienestar, y con un exitoso sistema de gobierno democrático. Pero no todo el mundo es próspero en occidente. Otros países, otras culturas, otras masas ingentes de población, padecen hambre, enfermedades y malas condiciones de vida, cada vez más críticas.
Cómo podría el mundo organizarse para ser más justo y habitable por todos. Se conoce soluciones fracasadas que no debemos aceptar nunca: ni el sistema comunista, ni el sistema capitalista, el estado de bienestar, sujeto a frecuentes crisis. La misma democracia, o la vivimos con seriedad y responsabilidad o servirá para acentuar los males presentes.
Recordemos los nefastos regímenes que han conseguido el poder utilizando la democracia y el descontento. (O)